Los adultos tenemos en nuestras manos evitar los abusos
Editorial
A quienes somos padres de familia, en los últimos meses por no decir años nos duele ver redes sociales o medios de comunicación porque no hay día en que no salga una noticia de un niño muerto producto de enfrentamientos por drogas o pleitos familiares.
Son pequeños víctimas de abusos y violaciones, a los que no solo los marcan de por vida, sino que en muchos casos los convierten en potenciales abusadores.
Abordamos este tema porque nos hiela la piel enterarnos de que un bebé de 2 años fue llevado por su mamá al centro médico con lesiones en su boquita, al parecer por una enfermedad de transmisión sexual.
Nos preguntamos cómo puede ser posible que esto se presente en un chiquito que apenas empieza a caminar.
Se nos ocurren únicamente dos respuestas: hubo negligencia por parte de los padres al dejar a este niño con cualquier persona que pudo cometer abusos deshonestos con él. O en su mismo hogar encontró su peor desgracia y sea alguien que vive en su casa quien le haya transmitido la enfermedad.
Nos preguntamos dónde estaba la madre de este niño que al parecer fue abusado y contagiado de una enfermedad de transmisión sexual, cómo es posible que no se haya dado cuenta de lo que le estaba sucediendo, cómo no había notado los cambios en este pequeño.
Existen muchos cómo y por qué, los cuales a estas alturas no tienen respuesta.
Es precisamente por esa razón que los padres de familia debemos ser como papá y mamá gallina, esos que cuidan a sus pollitos a toda costa porque no es justo traer hijos a este mundo para que terceros les hagan daño.
Son sumamente crueles las estadísticas de los niños que son víctimas de violación en nuestro país, donde San José y Limón lastimosamente rompen los récords como los lugares en que más casos se presentan, según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Ante este oscuro panorama que se vive en Tiquicia, nos cuestionamos dónde estaban los responsables de todos estos chiquitos que ya quedaron marcados.
Este tipo de situaciones es traumático. Un niño o adolescente no debe ser expuesto a ellas, pues más bien tiene que dedicarse a jugar y estudiar.
Otra de las grandes incógnitas: ¿qué les pasa por la cabeza a estos seres inescrupulosos para sentir placer con una persona menor de edad, si estos seres lo único que generan es ternura y un sentimiento de indefensión?
Definitivamente quien se atreve a abusar de un niño es un monstruo enfermo y en definitiva necesita ayuda psicológica, sin embargo muchas veces esas personas creen que quienes están mal son quienes no piensan como ellas.
Los abusos van desde tocamientos, insinuaciones, fotografías, videos, hasta que lastimosamente se llega a la violación. El problema de todo es que en la mayoría de las ocasiones se presentan con personas cercanas o pertenecientes al núcleo familiar.
La idea no es montar una persecución con todos los que nos rodean, pero sí tener cuidado con quién están nuestros hijos y qué hacen con esas personas. En muchas ocasiones los agresores se aprovechan de la inocencia de los menores para cometer sus fechorías.
Por eso cuando su hijo le diga que hay un individuo que está abusando de él, créale, dele todo el apoyo y haga que esté muy consciente de que cuenta con usted.
Esté pendiente de si su retoño tiene cambios bruscos, si ahora prefiere estar solo, si deja de hacer las cosas que le gustan o hasta se desinteresa por el estudio.
No olvide denunciar y haga que el agresor pague por los abusos, no es justo que este tipo de personas ande suelto saciando los deseos a su antojo; hoy puede pasarle a su vecino y mañana sería a usted.
Quienes tenemos hijos en edades inferiores a los 3 años debemos estar más pendientes que el resto por la sencilla razón de que no hablan, lo cual incrementa el riesgo en dichos casos.
Mamás y papás, por favor pongan toda su atención en los hijos, cuídenlos, no los dejen con cualquier persona. Estamos en la obligación de garantizarles el mejor de los futuros.
