Violencia contra mujeres: un límite a la libertad de expresión

Pasado el Día Internacional de las Mujeres, nadie más que algún diputado fundamentalista que compare a las mujeres con vasos frágiles, se atrevería a negar el principio jurídico de igualdad, el cual sostiene que hombres y mujeres somos iguales en derechos. No obstante, este principio no termina de materializarse.

Una diferencia fundamental entre hombres y mujeres se encuentra anquilosada en la cotidianidad: ¿Quiénes han vivido y continúan viviendo bajo la amenaza constante de convertirse en víctimas de violación sexual, de ser muy posiblemente responsabilizadas por este delito y de que sus historias se conviertan en bromas que saquen sonrisas y risotadas en todo el país?

“Cachetón, ¿qué buena acción hiciste hoy?” “¡Evité que violaran a una muchacha!” “¿En serio? ¿Y cómo? ¿Qué pasó?” “¡Ah, es que la logré convencer!”

Esto lo podemos escuchar cualquier día en el bus o taxi pero este “chiste” en particular estuvo al aire el 23 de febrero, pasadas las 5 p.m. y revelaba la costumbre naturalizada de una radio nacional de encubrir en repudiable humor y folklorismo una explícita apología de la violencia contra las mujeres.

Programas de todos los días se atrincheran en el humor para brindar legitimidad y defender la idea de que las mujeres debemos estar sujetas a la voluntad y deseo de alguien más, que nuestros cuerpos no son nuestros para disponer de ellos, que las decisiones sobre nuestra sexualidad y capacidad reproductiva no son nuestras y que el perdón de nuestras vidas para no morir a manos de nuestro compañero sentimental o del que desea serlo depende de nuestro grado de anuencia a no actuar como sujetas libres.

Al ejercer esta violencia mediática este tipo de programas se hace responsable de denuncias concretas como violación sexual, femicidio, embarazo forzado, violencia gineco-obstétrica entre otros, ya que la cotidianidad de este “humor” perpetua la dominación, la desigualdad y la discriminación en las relaciones sociales, naturaliza la subordinación de las mujeres en la sociedad, y vulnera el derecho humano de todas las niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores, a vivir libres de violencia.

El respeto a la libertad de expresión es fundamental para asegurar que Costa Rica sea una democracia, sin embargo, esta no puede ser irrestricta o ilimitada.

La libertad de expresión es un ejercicio de la libertad individual que puede tener límites que se justifican en la protección del orden público y la seguridad nacional pero también de derechos como el honor y la intimidad y como en este caso del derecho a vivir libre de violencia. Es obligación de los estados no lesionar la libertad de expresión pero también lo es velar por los derechos humanos de las mujeres.

En esta pugna jurídica, es imperativo consultar nuestra normativa que incluye la Convención Belém do Pará y la Convención CEDAW, entre otros instrumentos jurídicos, para entender la urgencia de la adopción de políticas públicas que apunten a erradicar los contenidos sexistas, estereotipados, discriminatorios, homo-lesbo-bi-transfóbicos, xenofóbicos y racistas en los medios de comunicación.

Este es un llamado de atención al Estado y a los medios de comunicación para que entiendan que estas “bromas” y “chistes” no son más que empujones, puñetazos y patadas a los derechos fundamentales. ¿Cuántos delitos más propiciados por un humor, que más allá de ofender, viola y mata, debemos esperar este año en nuestro país para que actúen?

*Abogada especialista en derechos humanos

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Miércoles 01 Abril, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Larissa Arroyo Navarrete*