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Opinión

Editorial

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha sido más que contundente, las cifras de desempleo de este año 2013 podrían aumentar considerablemente por la crisis vivida en las economías de los países más desarrollados. Costa Rica no escapará a esta realidad.

 


Los números son alarmantes, en el mundo el desempleo pasará de 4,2 millones en 2012 hasta más de 197 millones, un 5,9 por ciento de la tasa actual de acuerdo con las Tendencias Mundiales del Empleo para este año.

 


Históricamente, quienes no consiguen una posición y generan recursos para sobrevivir han sido desempleados, ese el término adecuado.
Hoy, a raíz de tanto caos en países principalmente europeos, surge un nuevo concepto: Desalentados.

 


Y no es para menos, el nuevo criterio engloba aquellas personas que durante tiempo prolongado han estado sin trabajo y ante la insistencia infructuosa decidieron dejar de buscar. Por ende, no son contabilizados como desempleados.

 


Es complejo y hasta desconcertante pensar que además de lidiar con el crecimiento desmedido del desempleo, ahora deba hacerse frente al desaliento.

 


No podría existir nada peor que saberse ajeno a todas las posibilidades de ganarse el dinero y que los propios gobiernos se vean impotentes para generar opciones y paliar así los números negros.

 


Tristemente, los mismos que elevan la pobreza, la criminalidad, la deserción escolar y el hambre, en fin, que ponen en aprietos el desarrollo pleno de los derechos humanos, de la vida digna.

 


Lo anterior es catastrófico y parece inevitable, las economías del orbe caminan a pasos agigantados arrollando, lamentablemente, a las naciones menos poseídas, es el bendito efecto dominó del que nadie escapa.

 


Más triste aún, los más afectados con esta situación son los jóvenes trabajadores y profesionales. Es el juego macabro del mercado laboral.

 


Lo paradójico del asunto, en el cual recalca la OIT, es que los jóvenes ven limitadas sus posibilidades de insertarse a la economía activa y formalmente pues están sobrecalificados. Algo que a todas luces debería, por el contrario, ser un plus en el tema.

 


Pues no, cuanto más preparados estén los trabajadores con edades de 19 a 25 años, menos serán (de acuerdo con las estadísticas) las posibilidades de encontrar un buen empleo, pues parece que las empresas se han quedado resagadas en estructura y operación de puestos.

 


Es decir, la modernidad obliga a las generaciones recientes a capacitarse en idiomas, tecnología, economía, relaciones humanas, responsabilidad social y un sin fin de temas en boga, pero los puestos vacantes no están diseñados para estos prospectos.

 


Hay un evidente desface entre las habilidades y los niveles educativos versus la creación de puestos laborales.

 


Eso sí que es un problema ya que entraba el mercado y con ello contribuye enormemente al incremento de cifra de gente sin trabajo que a poco está de ahogar al mundo.

 


Es acá donde los estados entran a operar, y deben, en un esfuerzo conjunto con visión de desarrollo, fomentar las inversiones extranjeras en sus países para así generar fuentes de empleo.

 


Tal y como lo recomienda la OIT “los gobiernos tendrán que intensificar los esfuerzos dirigidos a apoyar las actividades relacionadas con las competencias y la recapacitación a fin de abordar este tipo de desajustes que afectan a los jóvenes de manera particular”.

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Jueves 16 Mayo, 2013

HORA: 12:00 AM

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