Editorial
Hoy nuestro país festeja el Día de las Madres, igual que en otras naciones del mundo como Bélgica, donde le rinden tributo a la figura femenina, a la maternidad, a la ternura, al corazón dispuesto de millones de mujeres.
Esta celebración no es exclusiva de los ticos como muchos lo piensan, se remonta a la antigua Grecia donde rendían honores a Rea, madre de los dioses Zeus, Hades y Poseidón, conocidos a través de los libros y películas sobre mitología helénica.
Los romanos también rendían homenaje a la figura materna, la llamaban “La fiesta de las procreadoras”, tras haberla adoptado de los griegos.
Se trataba de un festejo “de patada larga”, como bien decimos los costarricenses, pues se extendía por 3 días en los cuales se realizaban ofrendas.
Por aquella época la fiesta era el 15 de marzo en el templo de Cibeles.
El catolicismo, adoptó la festividad y la dedicó a la Virgen María, madre de Jesús, quien según las escrituras tuvo el fruto sagrado en su vientre.
Le fecha obedece a la gloriosa asunción de la Virgen María al cielo.
En Costa Rica lo celebramos hoy en medio de muestras de amor, las familias preparan comidas tradicionales y se reúnen alrededor de la madre de más edad, la abuela o la bisabuela.
Aquello es un verdadero agasajo, hay quienes gustan de llevar serenata con tríos y mariachis a las homenajeadas y hasta les sirven el desayuno en la cama.
Los hijos e hijas entregan presentes que elaboraron en las escuelas y llenan de besos a abrazos a sus madres en medio de la alegría propia del día.
Las mayoría de las mujeres que disfrutan el privilegio de ser madres ya sea por engendrar un hijo o bien adoptarlo en el corazón, saben disfrutar en pleno del festejo, se alistan para verse hermosas y lucirse ante sus seres queridos.
La historia ha marcado la pauta, pero con el paso del tiempo la sociedad y la modernidad han variado algunos aspectos, así también las mujeres han transformado de manera impresionante ese concepto de ser madre, esposa, mujer, hija y compañera.
Hoy es importante recalcar que las fiestas son únicas, que el esfuerzo económico para la compra de algunos regalos es satisfactorio, pero las mujeres antes de toda esa algarabía desean que respeten sus derechos, que el amor, el apapacho, la caricia y la carta dulce sean de la cotidianidad, no exclusiva del 15 de agosto. En definitiva, se es madre todos los días.
En lo que va del año 18 mujeres se suman en la lista de víctimas mortales por causa de la violencia doméstica, según cifras del INAMU, todas ellas madres que dejaron a sus hijos en orfandad.
Sí, el 15 de agosto todos estamos felices de ver a nuestras madres radiantes, rodeadas de delicadeza y atención, pero lo realmente importante de estas actividades es entender que el amor y el respeto son condiciones que deben imperar sin distingo de fecha, sin marcas de calendario, sin anuncios comerciales o regalos de moda.
El Día de las Madres debe comprenderse en la máxima expresión como el tributo a esa mujer que con esmero cuidó y forjó mujeres y hombres, que dedicó tiempo a generaciones, que instruye y disciplina.
Es momento de reivindicar el tiempo, de dejar de lado pensamientos arcaicos de una festividad que tiene su origen la Grecia antigua y que hoy es más comercial que sentimental.
A todas esas madres, nuestro más sincero reconocimiento por estar en el hogar, en las oficinas, en el campo, por desvelarse y madrugar, por pasar días enteros en cuido y oración por sus hijos.
Gracias por ser madres ejemplares y amorosas, esforzadas y fuertes, valientes y dulces a la vez, aguerridas y apacibles.
