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Opinión

Editorial

En Costa Rica nos encanta pensar que todos somos igualiticos, que las leyes nos cubren a todos por igual y que sin importar nuestras condiciones tenemos miles de oportunidades esperando por nosotros si trabajamos lo suficientemente fuerte.


Sin embargo, esto sólo es así para una parte de la población que tuvo la suerte de nacer más blanquita, heterosexual, en una clase media o alta, en edad productiva y que gracias al destino no posee ningún defecto físico ni mental.


Son cientos los casos que nos demuestran que la igualdad en nuestro querido país se queda en el papel en el que se imprimieron las leyes.


En nuestra edición del miércoles dimos a conocer el caso de un señor que, cansado de esperar al sol y al agua un bus que lo llevara, decidió agarrar su silla de ruedas y aferrarse con todas sus fuerzas a la parrilla de uno de los autobuses en una desesperada protesta.


Este lamentable caso no es aislado. Todos los días decenas de personas con algún tipo de problema de movilidad, amparadas por la ley 7600 de “Igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad”, le hacen parada a los buses que siguen su camino sin tan siquiera volver a ver por lo que deben esperar horas de horas para que se dignen a montarlos.


¿De quién es la culpa? Los autobuseros alegan que instalar las rampas es demasiado caro y no lo pueden pagar, extrañamente sí son buenos para llorarle a la Aresep por alzas y nunca se ven las mejorías. Por otra parte, los choferes, apurados por no perder el rol, no hacen parada pues el subir a una persona en silla de ruedas les “toma mucho tiempo”. Las autoridades y el Gobierno se hacen, en muchas ocasiones, de la vista gorda y van barriendo estas graves faltas bajo alfombras de leyes inservibles.


Pero al final de esta línea de responsabilidades estamos nosotros, los usuarios, quienes nos molestamos si el bus para por más tiempo, que volvemos a ver feo al señor de la silla de ruedas porque ya íbamos tarde, que apuramos a los adultos mayores en las filas y les quitamos los campos especiales.


Los culpables de que nadie arregle esta situación somos los ciudadanos promedio a los que simplemente nos resbala si la señora pudo viajar con su hijo con parálisis cerebral y en esa “silla tan estorbosa”.


Nosotros no exigimos soluciones permanentes a la discriminación a la que parece que estamos aferrados, y que lentamente ha permeado en nuestra identidad nacional.


Es hora de que dejemos de repetir como loritos que todo está bien, ¡abramos los ojos y comencemos a ser parte de la solución! Echarse un jeterazo en contra de los presuntos responsables cuando nos damos cuenta de situaciones como esta, y quedarse de brazos cruzados al ser testigos de las injusticias que todos los días viven estas personas, no soluciona el problema.

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Jueves 15 Mayo, 2014

HORA: 12:00 AM

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