“En Costa Rica se ha reconocido el desafío que representa el embarazo en la adolescencia dentro de la aspiración de acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, no obstante no se ha definido una meta concreta de reducción de la fecundidad adolescente a nivel nacional hacia el 2015”, este es uno de los hallazgos del último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) sobre el tema de maternidad en niñez.
Datos del Censo de 2011 revelan que el 9,1% de las adolescentes entre los 12 y 19 años ha tenido al menos un hijo nacido vivo.
Otro dato relevante de este estudio es que la mayoría de estos embarazos (55,8%) se da en jóvenes que viven con sus parejas en unión libre y solo el 4,01% son madres solteras, lo que quiere decir que si se logra evitar las uniones tempranas, también se reducirán los nacimientos en menores de edad.
Según el censo de población y el registro de matrimonios, alrededor del 98% de las adolescentes se une a varones de entre 20 y 24 años. Aproximadamente una tercera parte de las uniones se da con hombres mayores de 25 años y un 10% con mayores de 30.
También es importante destacar que el estudio revela que es más frecuente este tipo de uniones con muchachas que viven en zonas rurales y tienen una baja escolaridad, o sea primaria incompleta.
DATOS DE CUIDADO
En el país se ha encontrado que las condiciones de pobreza y el bajo nivel educativo se convierten en factores que aumentan la vulnerabilidad de las jóvenes ante el embarazo adolescente.
El 18,9% de las muchachas que se autodenominan indígenas ha tenido un hijo. Esta cifra es mayor si se compara con las adolescentes que no se consideran de esa etnia, la cual es del 8,9%.
Situación muy similar cuando se compara jóvenes ticas y extranjeras, siendo estas últimas las que tienen mayor tendencia a este tipo de relaciones.
Respecto a las condiciones de pobreza, a medida que disminuye la calidad de la vivienda aumenta el porcentaje de jóvenes que ha tenido un hijo.
Así por ejemplo, las adolescentes madres que habitaban en una casa en buen estado representan el 6,9%, mientras que la cifra aumenta al 11,6% y el 14,4% entre las residentes en inmuebles en estado regular o malo, respectivamente.
El porcentaje de adolescentes madres es mayor entre las jóvenes que residían en viviendas con hacinamiento (18,1%).
