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Opinión

Editorial

La detención de dos hombres de nacionalidad costarricense vinculados, según la Fiscalía General de la República, a una red internacional de pornografía infantil enciende de nuevo la alerta sobre el uso de las redes y la vulnerabilidad de los usuarios.


Y es que estos sujetos en apariencia hacían uso de la tecnología para producir sin remordimiento alguno material pornográfico en el cual aparecen menores de entre cinco y 12 años de edad, de ambos sexos.


Los vídeos y las fotos de estos niños y niñas circulaban en la red de forma antojadiza y eran adquiridos por otras personas en otros países como Argentina y Perú.


Una vez más la policía desarticula tan miserable negocio y pone fuera de tránsito a depravados que usan a sus víctimas para satisfacer deseos sexuales enfermizos.


Para nadie es un secreto, la Internet se ha convertido en el medio por excelencia para la explotación de tan despreciable material y los más pequeños están a merced de estos pedófilos.


Este debe ser un llamado de atención inmediato para los padres de familia pues el uso sin supervisión de las computadoras, tabletas y hasta teléfonos celulares pueden convertirse en arma de doble filo. Además de acceso a información básica que complementa estudios, el crimen organizado trata de filtrarse y conseguir la confianza de los usuarios de corta edad.


Se trata de un acto inescrupuloso que aprovecha el anonimato y la inocencia de los cibernautas y ahí comienza la pesadilla.


El mercado negro de la pornografía infantil mueve millones de dólares a nivel mundial y es catalogado por las autoridades como un negocio en crecimiento abismal cuyas víctimas por lo general pertenecen a barriadas urbano marginales, donde escasean los recursos, y la educación es limitada.
Sin embargo, los perpetradores han ido por medio del uso de las redes captando nuevas víctimas cuyos perfiles son variados, pero que caen en las garras de tan siniestro acto por la falta de malicia y la carencia de supervisión adulta.


Nuestros hijos podrían estar en la mira de los delincuentes sexuales, el riesgo es generalizado e inminente por eso hay que dotarlos de herramientas que les permitan discriminar y analizar los peligros existentes cuando navegan en la red.


Los expertos son claros y concisos al indicar que usted y sus hijos deben mantener una comunicación abierta y frecuente respecto a sus amistades e intereses, eso facilitará identificar situaciones extrañas.


Un segundo factor es hablarles claro de los peligros a los que se exponen y el aviso inmediato que deben ejercer cuando son abordados de forma anormal o abusiva.


Un elemento de suma importancia es detectar con quién o quiénes conversan o establecen relaciones los menores sin vulnerar su privacidad, eso permitirá hacer un mapeo de zonas de riesgo y soluciones.


Los menores de edad son fácilmente convencibles, explíqueles que a los extraños no se les brinda información personal ni familiar y mucho menos se dan direcciones, números telefónicos ni fotografías.


Los depravados sexuales son astutos, con facilidad de palabra y amistosos por eso captan la atención cuando se lo proponen, de ahí su simpatía con los niños y niñas; la astucia para acorralar a las víctimas es impresionante y abominable.


Si bien la red carece de marco jurídico para operar y se presta para la comisión de este y otros delitos, en cuanto a menores de edad quienes debemos ejercer el control somos los padres de familia y no dejar al libre albedrío su uso.

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Sábado 10 Agosto, 2013

HORA: 12:00 AM

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