Sería bueno que controlen el FEES

Editorial

Por años se ha venido conversando sobre los recursos del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES).

Para muchos es demasiado dinero, para otros muy poco, y como nunca se le queda bien a la gente, otro grupo considera que estos dineros deberían ser supervisados porque a su parecer se despilfarran.

Como de esto se ha venido hablando a lo largo de los años, entonces el Presidente de la República decidió proponer una ley que lo regule, con el objetivo de que se distribuya de manera equitativa.

La idea es que los recursos se distribuyan de manera equitativa para que a todos les corresponda un porcentaje que les permita cumplir sus objetivos.

Además estos dineros deben cubrir las necesidades reales de las universidades y no como hemos visto en administraciones anteriores, en las que se hacían buchacas para proyectos que no tenían pies ni cabeza.

Por ejemplo, las autoridades de la Universidad Nacional (UNA) hace unos años querían darse el lujo de invertir $14,5 millones (¢9.135.000.000) en la remodelación de la Plaza de la Diversidad Cultural y construir la Casa Estudiantil en la Sede Omar Dengo, en Heredia.

Nos preguntamos si estas obras eran imprescindibles y urgentes o si simplemente había que gastar ese dinero a como diera lugar. Ante este escenario cabe cuestionarnos si les sobra la plata, ¿para qué piden tanto a la hora de negociar el FEES?

Si ese monto salió de un ahorro, ¿por qué mejor no lo usan para dejar de pedir más aportes del FEES? Si se obtuvo de todo lo que se fue guardando, ¿por qué no exponer proyectos y que todos los estudiantes decidan qué hacer con ese dinero?

Con esta iniciativa la idea es que los recursos estén en una cuenta y que cada mes las universidades soliciten lo que van necesitando, así ninguno de los beneficiarios podría sacar ventaja sobre los demás.

¿Acaso los estudiantes de determinada universidad deben tener más privilegios que los de otras? ¿Será que unos merecen infraestructura de primer mundo y otros apenas lo básico?

Lo ideal es que estos dineros se empleen en robustecer la regionalización, aumentar la cantidad de becas estudiantiles que se asignan y promover la inversión en infraestructura física, equipamiento y otras necesidades a lo largo y ancho del país.

El FEES nace para dar respaldo económico a las universidades del Estado y con ello permitir que miles de jóvenes puedan asistir a los salones de clases sin tener que sacar un cinco de sus bolsillos.

Se supone que esos recursos deben destinarse al programa de becas, a la investigación, al desarrollo en las regiones, a las inversiones y al pago de los gatos administrativos, pero no es así.

Es lamentable saber que muchos jóvenes deben buscar opciones privadas, endeudarse o abstenerse de recibir educación superior, pues la plata pública que por mandato constitucional debe cubrir esa necesidad termina en las cuentas bancarias de administrativos y catedráticos.

La regionalización de estas universidades tiene nota roja y los sistemas de becas son precarios. Los hijos de muchos ricos están gozando de un privilegio que no les corresponde y, peor aún, siguen dándoles ventaja a familiares de catedráticos, quienes llegan a ocupar los campos de miles de estudiantes con mayor potencial.

Urge romper el statu quo en las universidades estatales, urge ponerse lentes con aumento y ver en qué se usan esos recursos realmente.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Martes 11 Octubre, 2022

HORA: 12:00 AM