Es de bien nacidos ser agradecidos

Gilbert Fco. Gómez Reina *

Agradecer y decir gracias es un acto humilde, de cortesía y educación. Está al alcance de toda persona, sea rico o pobre, intelectual y de aquel que no tuvo escuela primaria, de un líder en la comunidad o de una persona analfabeta.

“Gracias” es una simplísima y poderosa palabra de dos sílabas, pero muchas veces cuando recibimos un favor de otra persona no la decimos.

De la lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19, nuestra Iglesia católica nos presenta una hermosa reflexión para la vida comunitaria y familiar, expresar desde lo más profundo de nuestros corazones: “gracias”. Así, de esta forma, tenemos la oportunidad de pensar en el gran valor de la gratitud, el cual, muchas veces hemos dejado de perder en la sociedad.

Sobre la lectura citada, Jesús curó a diez leprosos y solo uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano, extranjero. Entonces Jesús le dijo: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?

Aprovechemos este pequeño comentario para que cada uno de nosotros tengamos “un chequeo de nuestro corazón”, es si sabemos ser agradecidos, tanto para con Dios como para con los que nos rodean, a los que debemos muchos detalles y atenciones.

Hay personas que nunca dan gracias por nada y a nadie. Como la mayoría de aquellos leprosos, a los que Jesús había curado y a los que les facilitó reintegrarse a la sociedad y a sus familiares, porque en el tiempo de Jesús, las personas enfermas de lepra estaban totalmente aislados de los demás.

Antes de curarlos, Jesús les dijo a los diez leprosos: “Vayan a presentarse ante los sacerdotes”. Mientras iban de camino quedaron limpios. Usted y yo podríamos preguntarnos por qué Jesús envía a los leprosos para ante los sacerdotes, si él podía curarlos sin tener que enviarlos. Para contestar esta pregunta, en entrevista sobre el tema me comuniqué con el padre Miguel Aguilar Somarribas, cura párroco de la parroquia San Francisco de Asís, Los Chiles de Alajuela, de Navidad 1974 a julio de 1979, y me contestó que los sacerdotes en el tiempo de Jesús eran los que le ponen el visto bueno a una curación de enfermedades de la lepra.

Hagamos una pequeñita oración y pidamos por los enfermos, para que, como aquel leproso, no nos cansemos de buscar al Señor y ser pacientes en el sufrimiento corporal que vivamos, siempre esperando la voluntad divina.

El que sabe decir “gracias” a Dios, sabe decir “gracias” a los que lo rodean.

Digamos entonces: Gracias, Señor, por todo lo que haces por nosotros: nos has dado la vida, los amigos y muchas cosas hermosas. Concédenos también la capacidad de dar gracias, de reconocer tu voluntad en nuestra vida y en la historia de la humidad. Amén.

*Servidor de apostolado en la Iglesia

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Martes 11 Octubre, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gilbert Fco. Gómez Reina *