Se debe abandonar la maña de tratar de lograr cambios en la pareja a través de las lágrimas y ruegos, deje de decirle “por favor, hágalo por mí y sus hijos”, o pretender que cambie gritándole y haciendo pleitos o confrontándole constantemente. Al final, estas acciones solo terminan agotando y frustrando emocional y espiritualmente a aquel que las practica.
El hecho realista de que aún después de tanto tiempo sean meses o años practicando esos métodos de ruego y que su pareja no cambie, ¿no le dice algo? Definitivamente se debe aprender a leer el mensaje escondido pero descarado que hay acá, en que a pesar de sus esfuerzos de mendigar cambios el otro no cambie, aquí el mensaje (que a veces no queremos ver) es claro pero silencioso: “No quiero cambiar y entienda que ni sus lágrimas ni mis hijos van a lograrlo porque mi prioridad soy yo, voy a seguir haciendo lo mismo”.
Así que nunca, pero nunca, mendigue o exija de su pareja cariño, tiempo, ternura, sexualidad, romance, respeto, amor o valoración, ni mucho menos que le den detalles de amor, eso no se hace ni es la forma, lo único que usted provoca mendigando esas cosas es que se humille a sí mismo(-a), que entre en depresiones, todo esto es un reflejo de que uno no se ama a sí mismo y para colmo termina perdiendo el respeto de su pareja.
Uno no pide, ruega, regaña o amenaza, para que la pareja cambie conductas incorrectas que le hieren a usted y a sus hijos, ya que las cosas que a usted le incomodan y que le lastiman primero se hablan, luego se medita lo que se conversó en soledad consigo mismo, y si la mala conducta, a pesar de lo pactado, continúa, usted va a tener, quiera o no, que tomar decisiones serias con el bello propósito de protegerse a sí mismo(-a) de las majaderías y necesidades del otro.
Se entiende que la persona que vive llorándole al otro cae en estos comportamientos por la ansiedad de no perder a su ser amado y a su familia (aunque aclaro que, aún separados, se sigue siendo familia) no permita que sus temores le hagan alguien ciego para no ver lo evidente.
Y más bien protéjase (ya que su pareja no lo hace), por favor decida amarse como nunca lo ha hecho, se toman decisiones sanas cuando estas, al haberlas tomado, le dan dignidad en vez de quitártela. Uno se ama cuando toma decisiones con base en la realidad de lo que está pasando y no con base en fantasías o expectativas de que el otro va a cambiar, menos tomar decisiones con base a temores o miedos. Si las toma con estas bases, lo único que provoca es eternizar ese infierno.
*Consejero Familiar
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CRÉDITOS: Dr. Mauricio Mora
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Miércoles 24 Marzo, 2021
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