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Opinión

“La bajada de pantalones”

EDITORIAL

No hay palabras para expresar lo que el gobierno intenta hacerles a todos los ciudadanos del país, con el fin único de agarrarse como mono en ventolera al Fondo Monetario Internacional (FMI) y mantener las puertas abiertas a más financiamientos, de esos que nos tienen manos arriba.

La tarde de ayer, sin ningún pudor ni delicadeza, el ministro de Hacienda, Elián Villegas; el presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero; y la ministra de Planificación, Pilar Garrido, presentaron un pliego de nuevos impuestos para liquidar, estrujar y lapidar a los ticos, en medio de una crisis sin precedentes en las últimas cuatro décadas.

No hablamos de la pandemia, se trata del megadesorden en el manejo de las finanzas públicas, que acabó por hundirnos en arenas movedizas y con estocada de muerte cuando el gobierno del PAC cavó el hueco de ¢900.000 millones. 

Después vino la Reforma Fiscal y sin piedad gravaron hasta la comida de los pobres, a quienes traen engañados con que les devolverán el impuesto, pero eso no pasa de ser una promesa.

Cuando más de 800.000 personas no tienen empleo, las empresas han perdido hasta el modo de andar y la economía camina hacia atrás, viene creativo el presidente Carlos Alvarado a decir que solo los pudientes van a pagar y lo cierto es que la propuesta de nuevos impuestos es una bofetada a todos.

No es justamente un golpe a los grandes capitales, es un candado chino a la clase media de Costa Rica y un puntapié brutal a los más pobres.

Ante todo la afrenta es contra la clase trabajadora, los empresarios honestos y las cooperativas, que son grandes motores de desarrollo. La zancadilla la están haciendo a los que generan empleos, desarrollo, a quienes mueven la economía y dinamizan el país.

En fin, el plan de nuevos impuestos refleja la visión acaparadora del gobierno, esa misma que prefiere meterle la mano al bolsillo al ciudadano que reconocer que sus ejercicios para contener el gasto son invisibles. 

Empecemos por decir que cobrarán un impuesto al salario escolar, al ahorro que miles de trabajadores destinan a sus hijos e hijas estudiantes, el cual ahora alimentará las arcas del Estado. Los expertos han dicho una y mil veces que ese dinero no es una suma significativa para las dificultades que se afrontan. 

Ni que decir del aumento en los porcentajes de impuestos a los salarios. Ese es otro golpe al que sale todos los días a ganarse el sustento, y si bien lo pagarían quienes ganen más de ¢800.000, es un garrotazo inminente. 

Los tributos a dueños de casas, lotes y terrenos se triplicarían, Hacienda ahora quiere hacerse con un 0,5% de esos aportes. Solo por mencionar un ejemplo, una vivienda cuyo costo sea de ¢30 millones -eso ya no es lujo, sino bienestar social-, pasaría de pagar ¢75.000 a ¢225.000. Si eso no es un abuso, que nos digan cómo llamarlo.

El impuesto a las casas de lujo es un fiasco y lo paradójico es que aquel que la pulsea para tener una casita digna debe pagar sí o sí. 

A los generadores del empleo también les metieron un tiro en el pie porque el tributo a favor del gobierno subiría hasta un 36% a las empresas con rentas brutas superiores a ¢109,2 millones por año. Es decir, deberán pagar al Estado una tercera parte de sus ganancias. Eso llevaría a la bancarrota a muchos y un aumento en el desempleo abismal.

Como dijeron los sindicalistas a DIARIO EXTRA, esta es una literal bajada de pantalones ante el FMI. Y habrá mucho más…

Lo confirmó Elián Villegas cuando dijo que ¢18.000 que se dan en créditos por renta eran poca cosa. Claro, de seguro pensó en su antiguo salario en el Instituto Nacional de Seguros, que superaba los ¢5 millones, o el actual de ministro, que no baja de ¢2,5 millones al mes. 

Pero, no conformes con esto, esperan que se apruebe un impuesto a las transacciones bancarias, o sea cada movimiento de dinero, por pequeño que sea, tendrá un importe. Si se paga en el supermercado, las farmacias, las gasolineras, comercios en general, deberá destinarse más dinero; es decir, saldrá más cara la compra. 

Se trata de ¢3 por cada ¢100.000 y eso incluye pagar de más por usar el salario en transacciones electrónicas como pagar la luz, el agua y otros servicios. Para el gobierno esos pesos de más son insignificantes.

Pero curiosamente no escuchamos a los jerarcas decir cómo van a contener el gasto, qué propuestas se gestaron en este plan para que el gobierno deje de usar el dinero del erario en tonterías. 

No oímos los ciudadanos la gestión que harán para disminuir esos ¢600 millones en viajes al exterior que se gastarán el próximo año, como lo especificaron en el presupuesto presentado hace unos días. 

Tampoco dijeron estos señores que los altos jerarcas renunciarían a las dietas millonarias que reciben por calentar sillas en juntas directivas, a los exorbitantes pagos en teléfonos celulares de uso discrecional y menos explicaron cómo recortarán los millones por comiditas, cafecitos y hasta brindis que, si bien es cierto sonaría a pequeñez, lo cierto es que cada colón cuenta.

Seguiremos viendo cómo se gastan los dineros públicos frente a nuestras narices. Para muestra varios botones. Siguen en Casa Presidencial empujando el proyecto de doña Claudia en momentos de crisis, la broma cuesta no menos de ¢886.000 millones. Pero como se trata de un proyecto del matrimonio presidencial hay que meterle gas, aunque implique más deudas. 

El gasto de ¢9.400 millones que ya se presupuestó para el censo del bicentenario, que anunció el gobierno hace una semana, recursos que podrían usarse para apalancar las deudas. ¿Y los $45 millones para cambiar los sistemas de AyA?

Definitivamente este barco navega en aguas turbulentas, pero, peor aún, la tripulación que le asignaron llevó los cursos de navegación en una piscina. Todos debemos ponernos el salvavidas porque hay grandes riesgos de naufragar.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Viernes 18 Septiembre, 2020

HORA: 12:00 AM

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