Carta a las madres
Douglas Salazar Cortés*
Nos pasamos la vida preocupados por cosas materiales y reemplazables, pero olvidamos el valor de lo que es realmente importante en nuestras vidas, y quizás para muchos lo es nuestra madre.
Muchos tuvimos el privilegio de tenerla desde nuestro nacimiento hasta muchos años después y nos acostumbramos tanto a su presencia que olvidamos darles el valor que se merecen.
Hoy quiero reconocer el valor de nuestras madres en nuestra existencia, función que también a algunos padres les ha tocado cumplir ante la ausencia de ellas. Pero las madres tienen algo particular, no por nada se dice que el amor de madre es único.
Madre, que siempre cuidaste de nosotros, estando ahí en las buenas y en las malas. Dando sus consejos siempre acertados y luchando por darnos lo mejor. Madre, la primera voz que escuchamos al venir a este mundo. Que tuvo la paciencia de amarnos siempre a pesar de nuestros errores y han dado su vida por nosotros.
Perdón por caer en la costumbre y no decirte cuánto te queremos, por no darte el valor que tienes y por no darnos cuenta cuán importante eres en nuestras vidas, hasta que la vida nos separa.
No habrá manera nunca en la que un hijo pueda devolver ese amor de madre y todo lo que haces por nosotros. Si usted tiene a su madre con vida, llámela y búsquela, dele un abrazo y dígale que la ama, que la vida nunca será lo misma sin ella. Y dele gracias por todo lo que ha hecho por usted.
Perdón, madre, por mis errores y desaciertos. Por no escuchar tu consejo y por llevarte siempre la contraria. Perdón por no haber podido hacer más.
Ya no te tengo, pero todo lo bueno que soy te lo debo. Madre, siempre estaré orgulloso de ti.
*Máster en Relaciones Internacionales y Diplomacia, Universidad Nacional
