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Opinión

No jalarle el rabo a la ternera…

Marcela Chacón

Durante las últimas semanas hemos conocido por algunos medios que el Embajador de los Estados Unidos, Satfford Haney, recientemente le dio “un jalón de orejas” al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en razón de algunas acciones y decisiones tomadas por parte del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) que incumplen con lo establecido en los convenios internacionales, generando tensiones en las relaciones con nuestro más importante socio comercial. Y no me refiero únicamente al conocido caso de los aguacates como se ha tratado de delimitar, sino que a una gran cantidad de productos cuyo proceso de autorización encuentra infinidad de trabas para llegar hasta nuestro mercado.

A manera de ejemplo y para demostrar la magnitud de las dificultades que deben enfrentarse, podemos citar el caso del registro de agroquímicos, para los cuales se han otorgado unos 5 permisos nuevos desde el 2007 y para los que existen cerca de 360 solicitudes pendientes de aprobación; mientras en el resto de los países de Centroamérica y el Caribe toma aproximadamente un año registrarlos, en Costa Rica toma más de cinco, con lo cual evidentemente perdemos competitividad respecto al resto de la región, pues seguimos utilizando moléculas viejas que se utilizan en mayores concentraciones o que no cuentan con los últimos desarrollos científicos que redundan en beneficios de las cosechas y de sus consumidores por dejar menos residuos en los alimentos. Incluso desde el punto de vista de protección del ambiente, los productos de innovación contienen perfiles ecotoxicológicos mucho más favorables. 

Las declaraciones del Embajador Haney fueron el detonante para que algunas de las Cámaras comiencen a pronunciarse al respecto y a lanzar sus lamentos al aire, en un nuevo intento porque encuentren eco dentro del aparato estatal. Desafortunadamente, desde el Despacho ministerial se ha publicado un pronunciamiento que de nuevo limita el asunto al “aguacatil” problema, perdiendo de vista que el horizonte de las aprobaciones continúa estando plagado de obstáculos y de decisiones que en gran cantidad de oportunidades no se basan en evidencia científica y que más bien parecieran obedecer a posiciones políticas o a criterios personales.

No podemos seguir jalándole el rabo a la ternera si queremos jugar como los grandes. Desde Zapote se ha girado la instrucción de que las instituciones de gobierno deben ir perfilando estos temas dentro de los requerimientos de la OCDE; si les cortamos las alas a nuestros socios comerciales ¿cómo vamos a pretender que nos cuenten como un aliado más dentro de su equipo? Urge pues definir cuál rumbo debe marcarse en los temas de comercio internacional.

Muchos saludos.

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Martes 08 Marzo, 2016

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