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Opinión

El zika y el aborto

Licda. Alexandra Loría.

Quienes promueven el aborto utilizan cualquier excusa para lograr sus objetivos. Ahora le tocó el turno al virus del zika, que es transmitido por la picadura de un mosquito del género Aedes, el mismo que nos enferma de dengue o chikungunya.

 

En Brasil, se está analizando su impacto en mujeres embarazadas, porque sospechan que un brote de microcefalia en recién nacidos --una enfermedad que hace que los niños tengan la cabeza anormalmente pequeña-- está relacionado con el virus, es por eso que promueven que algunas madres embarazadas que no quieren correr el riesgo de tener hijos con esa enfermedad puedan abortar, y como en Costa Rica a algunos les da por copiar lo del exterior, pretenden hacer lo mismo aquí. 

 

Hace siglos, en la antigua Esparta se sacrificaba a los niños nacidos con defectos, tirándolos por el monte Taijeto y en el siglo pasado, en la Alemania nazi de Hitler se eliminaba en los campos de exterminio a los tarados y a quienes pertenecían a las razas que equivocadamente consideraban “inferiores”, practicando así una eugenesia negativa, tratando de “mejorar” la raza humana, evitando la procreación de las parejas que consideraban “mal” dotadas, e impidiendo que nazcan hijos con enfermedades hereditarias, y para ello recurrían a diferentes medios: prohibición de ciertas uniones, esterilización y aborto. 

 

En la actualidad, tristemente, algunos pretenden hacer lo mismo, sólo que la tecnología moderna les permite hacerlo a nivel embrionario --mediante la fecundación in vitro y el diagnóstico pre implantación, y/o mediante el diagnóstico prenatal y el aborto eugenésico en el que solo nacerán los niños sanos y/o con ciertas características que consideramos “superiores”. 

 

La valoración ética de un aborto eugenésico es, idéntica a la de cualquier otro aborto, ya que resulta del conocimiento biológico que todo embrión es ya un individuo: un individuo en una de las etapas del desarrollo de su vida individual. En efecto, la Ontogenia nos dice que un individuo pasa por diferentes etapas: embrionaria, fetal, infantil, juvenil, adulta y senil. El paso de una etapa a otra no supone ni la pérdida ni la adquisición de la condición de individuo, constituido como tal desde la formación del cigoto, que es como denominamos la célula fusión el óvulo y el espermatozoide. Evidentemente, un anciano no dejó de ser individuo cuando perdió la capacidad genésica. Tampoco un bebé adquiere dicha condición cuando abandona, en el parto, la protección del útero. A las tres semanas de la concepción, el corazón, ya constituido, late; al mes están esbozados los brazos, las piernas y la cabeza; a los dos meses tiene manos, pies, cabeza, órganos, cerebro, y se ven los pliegues de la mano, y con un microscopio incluso podría ser identificado por sus huellas digitales. Pero un cigoto recién constituido no es menos individuo de nuestra especie que un embrión de dos meses. Lo dicho no pierde validez biológica si el individuo está enfermo o malformado, pues la malformación o la enfermedad no le privan de la condición de individuo de nuestra especie. 

 

En un debate ante la televisión francesa, Jerome Lejeune, el genetista que identificó el origen genético del Síndrome de Down preguntó a su “rival” científico Jacques Monod:

 

“Padre sifilítico y madre tuberculosa con cuatro hijos: uno ciego, otro nació muerto, otro es sordomudo y el cuarto, tuberculoso. ¿Qué haría si la madre queda embarazada de nuevo?”

 

“Interrumpiría ese embarazo”, contestó Monod sin dudarlo.

 

“Un minuto de silencio” -respondió y pidió Lejeune-. “Acaba usted de matar a Beethoven“

 

En Costa Rica nuestra Constitución dispone que la vida humana es inviolable. De ese principio constitucional se deriva toda la legislación de nuestro país que es sumamente respetuosa del derecho a la vida.

 

Reflexionemos: En Costa Rica no matamos a los más enfermos y débiles, al contrario los cuidamos y protegemos porque reconocemos la dignidad propia de todo ser humano.

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Jueves 11 Febrero, 2016

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