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Opinión

El guanacaste, árbol nacional

Opinión

Durante la Administración de Alfredo González Flores (1914-1917) se firmó el Decreto Ejecutivo N° 14 del 25 de mayo de 1915, donde estableció la celebración del Día del Árbol (15 de junio), es decir, desde hace 106 años se celebra dicha festividad ambiental.

Posteriormente, el gobierno de Mario Echandi Jiménez (1958-1962), declara el guanacaste como Árbol Nacional, según el decreto 7, del 31 de agosto de 1959, con base en una iniciativa del periódico “La Tribuna”. Entre las razones para dicha declaratoria, se tomó en consideración rendirle homenaje a la provincia de Guanacaste, por el hecho histórico-político de la Anexión/incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica (25-7-1824); asimismo, se ponderó que la enorme sombra del árbol de Guanacaste, semejaba la protección que el Estado brindaba a los costarricenses.

El árbol de guanacaste (Enterolobium cyclocarpum). Su etimología proviene de dos palabras del náhuatl: quauh, árbol y nacastli, oreja, que significa árbol de la oreja, pues semeja las orejas humanas, con sus vainas duras, de color café brillante. Por extensión, es un árbol que oye, escucha, habla, conoce y reflexiona sobre las injusticias del llano.

Francisco Faerron Suárez, en su artículo “El Guanacaste Árbol Nacional” hace ver “... más de un siglo en el lugar donde hoy existe la pintoresca ciudad de Liberia un frondoso árbol de Guanacaste era albergue -de día como lugar de sesteo, y de noche para dormir- a un numeroso rodeo de ganado vacuno, del que pastaba en los extensos llanos inmediatos con inquebrantable disciplina, durante el día y la noche todos los días sesteaba y dormía bajo el ramaje de aquel Guanacaste que solitario y dominante estaba en aquel paraje calcinado por el Sol y apaciblemente alumbrado por la Luna” (Diario de Costa Rica, 27-9-1959:4).

Asimismo, el libro “Liberia, Guanacaste y sus orígenes”. (San José, 2016: 392), de Ronny Pizarro Méndez, presenta una reseña del árbol de Guanacaste. Ronny y su hijo, Francisco, sembraron un árbol de guanacaste, en el parque de Liberia, el 25 de julio de 1983, para rememorar el entorno del sitio histórico. Además, se puede consultar el artículo sobre el árbol de guanacaste, en mi libro “Perspectivas muralísticas sobre la historia de Liberia” (San José, 2016:21-22).

La identidad, del latín identitas, es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Esos atributos caracterizan al sujeto, o bien, a la colectividad como un distintivo de los demás. En ese sentido, la identidad es conciencia, construcción socio-histórica, por lo tanto, merece respeto. 

En el 2005, el INBio otorgó el Premio Árbol Excepcional, al árbol de guanacaste, ubicado en el parque Héctor Zúñiga, de Liberia. Entre los considerandos adujeron: “amplitud en su copa de 44 metros, 5,20 metros de circunferencia, 40 metros de sombra y 15 metros de altura”. El árbol de Guanacaste es inconfundible “Símbolo de estabilidad y crecimiento, irradia pujanza a su alrededor, elegante la silueta, resistente al viento, solemne, poderoso, el Guanacaste cautiva a primera vista” (Decreto N° 7, 31-8-1959). 

Está claro, entonces, que el Guanacaste es un árbol nación, un árbol territorio. A pesar de ser símbolo nacional desde hace 62 años, su imagen se utiliza en forma descuidada, lo cual es un atropello contra la identidad. El árbol de guanacaste no estrangula; no mata a los árboles hospederos, pues no necesita de ellos: es independiente. Su copa es alta e irregular. Las hojas son menudas, se cierran durante la noche. Su sombra es dispersa. Sus vainas son aplastadas y enroscadas. Su corteza es grisácea con diámetros sumamente considerables. Le da nombre a la provincia.

El guanacaste, Árbol Nacional, completa la historia. Es el árbol de orejas con la verdad sin entreguismos, pues recuerda el grito Varguista. Ha sido testigo de las luchas contra los filibusteros y del arrojo que alcanzó el Batallón de Moracia, al mando de Tomás Guardia, durante la Campaña Nacional (1856-1857). Ellas guardan, sin olvido, el despojo de los territorios peninsulares desde 1915. Esas orejas escuchan y oyen, pero no olvidan.

Es un árbol gigante, de libertad extendida. Se planta en media calle, en barrio Condega, en Liberia, como emblema y desafío, en el tiempo de las raíces. Es un pedestal en el tiempo de los trípodes para reconocer la geografía de un Guanacaste no ajeno.

 

*Premio Nacional de Educación Mauro Fernández

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 11 Septiembre, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Miguel Fajardo Korea*

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