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Opinión

Día Internacional de la Familia

Jesús Rosales Valladares*

En 1993, con la resolución AVRES/47/237, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió celebrar el Día Internacional de la Familia cada 15 de mayo, con el objetivo de “...dar a conocer las cuestiones relativas a las familias y reflexionar acerca de cómo les afectan los procesos sociales, económicos y demográficos”.

Este año el contexto para celebrar el Día Internacional de la Familia es muy particular. La pandemia del Covid-19 ha generado, además de importantes alteraciones en el comportamiento de las personas por razones sanitarias, también modificaciones relevantes en la dinámica social y al interior de las familias.

En efecto, muchas familias enfrentan en la actualidad una gran incertidumbre financiera, luego de que se han visto afectadas por la pérdida o reducción en sus empleos, sus salarios y sus actividades productivas y económicas.

Nuestro país, como la gran mayoría de los países del mundo, ha tenido que hacerle frente a la pandemia adoptando medidas de aislamiento social, restricción vehicular y de actividades económicas, entre otras.

Al interior de las familias estos cambios han replanteado la convivencia en el hogar. Las familias han venido adoptando el teletrabajo, la teleenseñanza, la comunicación virtual y el teleentretenimiento.

La pandemia también ha puesto de manifiesto la necesidad de cuido y la vulnerabilidad de las personas mayores, niños y adolescentes, que han debido permanecer más tiempo del habitual en sus hogares y las parejas han tenido que compartir más, poniendo en evidencia las asimetrías aún prevalecientes en la distribución de las tareas y responsabilidades domésticas.

Quienes han visto este tiempo como una oportunidad para hacer ajustes y mejorar las condiciones de convivencia han tratado de realizar cambios y replantear muchas cosas en su vida, aun en áreas a las que han sido llevados de manera casi obligada por la misma crisis, como es en materia financiera.

Pero quienes han tenido que enfrentar situaciones más difíciles y apremiantes, como el desempleo, el recorte de jornadas laborales o de salario, la pérdida de negocios o enfrentamientos familiares más complejos, producto de la tensión, el temor y la incertidumbre, este momento pareciera amenazar con convertirse en un paso hacia el colapso de sus hogares y de su vida.

Pero, ¿qué hace que unas familias sí y otras no tanto puedan aprovechar este tiempo y, aun en medio de las adversidades, reinventarse y ver con esperanza el futuro? Este es un tema al que se le debe asignar mayor reflexión, estudio y análisis.

La situación más severa de la pandemia va a pasar y esperamos que esto ocurra pronto. En esta fase la sociedad deberá retomar el camino a la recuperación y reactivación económica. Pero al lado de las medidas que se adopten para orientar esta reactivación, se debe tomar en cuenta la indispensable necesidad de trabajar por el fortalecimiento y el bienestar integral de las familias.

Siempre se ha señalado que la familia es la base de la sociedad y que de familias sólidas, saludables y sostenibles devienen sociedades igualmente sólidas, saludables y sostenibles. Con la pandemia y las medidas de restricción que se han debido adoptar muchas familias han modificado hábitos de consumo y gasto, han postergado requerimientos de inversión y recreación, han dejado atrás actividades económicas y de trabajo, y explorado e iniciado nuevas iniciativas.

Se han replanteado prioridades no solo materiales, sino también de convivencia y comportamiento. Es decir, junto a los apoyos particulares financieros que se les ha brindado a algunas familias, la mayoría de los hogares del país ha tenido que realizar cambios en su cultura financiera familiar.

Asimismo, en muchos hogares la comunicación familiar se ha incrementado, la cooperación e intercambio intergeneracional se ha posibilitado y se ha incrementado una mayor y equitativa distribución de tareas y responsabilidades, todo resultado de esos cambios y ajustes familiares que se han experimentado.

Esto podría implicar salir mejor como sociedad después de esta pandemia. Pero todo dependerá de que podamos conocer mejor estos procesos y sus beneficios, de cómo podemos consolidarlos y trabajar unidos en el fortalecimiento y el bienestar integral de las familias y la sociedad.
Nada más pertinente y oportuno que, en el marco de celebración del Día Internacional de la Familia, nos aboquemos a estudiar con rigurosidad los cambios que han venido ocurriendo ya en la cultura financiera de las familias, en las estructuras y en las dinámicas familiares, en medio de la pandemia.

Solo con ese conocimiento de los aspectos que se mantendrán y de otros que se modificarán definitivamente se podrán elaborar políticas públicas efectivas que reduzcan la incertidumbre y proporcionen mayor bienestar a las familias, en especial a las más vulnerables.

 

*Politólogo

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Sábado 09 Mayo, 2020

HORA: 12:00 AM

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