Jueves 25, Abril 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

Violencia en las calles

Miguel Ángel Rodríguez

Muchos sufrimos por el dolor de los hermanos cubanos, venezolanos, nicaragüenses que han perdido sus libertades, su bienestar y hasta su vida, y admiramos el coraje y las razones que los llevan a las calles a señalar su oposición a gobiernos despóticos.

En la reciente elección en Bolivia se presentaron evidentes irregularidades, que se remontan a la burla de las disposiciones de su constitución y del resultado de un plebiscito opuesto a permitir la reelección indefinida. Durante el sufragio la misión de la OEA encabezada por nuestro excanciller don Manuel González constató las inconsistencias. Por eso no nos es difícil apreciar la valiente actitud de los bolivianos.

Más difícil es entender la violencia de hace un par de semanas en Quito y otras ciudades de la sierra ecuatoriana, y de estos días en Chile.

En Ecuador movimientos de población indígena que usualmente han sido pacíficos atacaron los edificios de la Contraloría, del Congreso y de dos medios de comunicación.

En Chile la violencia del primer día contra muchas estaciones del Metro es difícil en entender.

Al mismo tiempo se han vivido protestas violentas en París, Hong Kong, Beirut, Cairo, Barcelona, Irak.

El detonante en cada ocasión ha sido diferente.

En Ecuador las aguas han vuelto a su nivel. En Chile los conflictos siguen al tiempo de escribir esta columna.

En ambas naciones suramericanas la chispa que encendió la pólvora fue un ajuste de precios que afectan el transporte.

En el caso chileno muchas voces se han apresurado a condenar como su causa las reformas económicas de ese país, que lo han llevado a ser la más prospera y exitosa economía de América Latina. Aseguran que la riqueza ha crecido solo para unos pocos y que las variables macroeconómicas exitosas esconden profundas injusticias sociales.

Veamos datos tomados del Banco Mundial. 

Del año 2011 al 2017 la pobreza medida por la línea de ingreso mínimo disminuyó del 21,7% al 20% en Costa Rica (uso ese periodo para tener datos metodológicamente comparativos). En ese periodo en Chile disminuyó del 22,2% al 8,6%. Del 2000 al 2017 el índice Gini de desigualdad disminuyó de 0,53 a 0,46 en Chile, mientras en Costa Rica subió de 0,47 a 0,48. Mientras en Chile la expectativa de vida de 1990 a 2017 subió de 73,5 a 79,9 años, en Costa Rica subió de 75,6 a los mismos 79,9. También en educación se muestran avances. No parece que Chile haya progresado mal en lo social.

Pero es un hecho cierto la inmensidad de las protestas que han sacudido a Chile.

¿Cómo explicarlo?

¿Qué ha desatado la fuerza de ese enojo compartido en lugares tan diferentes y con causas inmediatas tan diversas?

Observo dos características comunes: los medios tecnológicos usados para promover los despersonalizados movimientos, ayunos de líderes de carne hueso, y el enorme enojo causado por sentirse las personas desarraigadas, lo que motiva la masiva participación.

La tecnología y la urbanización nos han trasladado de la relación basada en comunidades geográficas integradas por personas con diferentes condiciones socioeconómicas a la interacción deshumanizada y con personas que comparten algunos aspectos específicos gracias a nuestros contactos anónimos en las redes sociales. Hemos perdido la seguridad de relaciones laborales duraderas. La familia nuclear estable es cada vez una proporción menor. Hemos perdido la certeza y nos guían los relativismos: en los conocimientos, en los valores y hasta en los hechos. Y toda esa desubicación crea desconfianza y acrecienta la incertidumbre. Vivimos tiempos de desencanto en la democracia, la globalización y las instituciones internacionales. El aumento de la incertidumbre y la desconfianza llevan a la indignación y al enojo.

Ciertamente la ineficacia de los gobiernos y la corrupción abonan la indignación y el enojo.

Se agigantan la emotividad y el odio, y se debilitan la racionalidad y el amor. Aparece la violencia, que rara vez puede causar efectos positivos.

Son tiempos en que debemos invocar la prudencia y la moderación.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 04 Noviembre, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodríguez

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA