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Opinión

“Ni uno más” que se sume a la lista de agresores

Lic. Rafael Ángel Rodríguez Salazar / Abogado penalista

Las redes sociales se nutren de frases ante la impotencia de conocer la muerte de una joven madre a manos de su pareja sentimental. Ello me ha llevado a cuestionarme, sin ser psicólogo o experto en violencia intrafamiliar, si la forma en que en nuestro país se han establecido las políticas de prevención de violencia contra las mujeres y todo tipo de violencia intrafamiliar han sido las más adecuadas. No soy partidario de la frase “Ni una menos”. Considero que deberíamos encaminarnos a decir “Ni uno más”, refiriéndonos a que lo que efectivamente requerimos es no tener más agresores. 

El psicólogo español Andrés Montero Gómez describe el modelo patológico de la masculinidad y dice: "El agresor de género es un dictador que impone su voluntad por medio de la violencia. Su objetivo es anular la personalidad de la mujer y conformar un nuevo ser, una nueva identidad, sometida y subordinada a sus deseos". 

Cuestioné si los programas de atención a las mujeres en nuestro país, que dentro de su objetivo principal tienen el empoderamiento de las mujeres, han sido más bien un detonante de violencia contra ellas. Al leer y ahondar con los expertos me brindan la razón. Según Montero Gómez, en la medida que la mujer opina, siente, razona, se comporta, se expresa o se emociona, desviándose del patrón de personalidad que el agresor considera debe ser el adecuado para "su mujer", el hombre utilizará la violencia.

Cuando las noticias se nutren de hechos de violencia contra las mujeres, por todas partes nos encontramos frases contra la violencia de género que animan a denunciar a los agresores, que dan fortaleza para luchar o que invitan a tender una mano a las víctimas. Frases como: “No quiero sentirme valiente cuando salga a la calle, quiero sentirme libre”, “No estás sola, denuncia, ¡somos libres!”, “Ni una menos”, “Este cuerpo es mío, no se toca, no se viola, no se mata”.

Sin embargo la escalada de violencia no se detiene con frases, no se detiene con el empoderamiento de las mujeres. Considero que lo que requerimos en nuestro país es una atención integral, mediante la cual no solo se atienda a la víctima, sino también al agresor. Romper con una cultura de dominio masculino no es una tarea menor. Esa actitud antisocial de agresión es por lo general autoconcedida. "El hombre agresor entiende que desde hace décadas, de forma explícita y en la actualidad más tácitamente, ha sido, de algún modo, educado en la convicción de que tiene derecho a imponerse a ‘su’ mujer", nos dice Montero Gómez.

La mayoría de las mujeres que ha perdido su vida a manos de sus parejas ha mostrado un patrón constante de violencia y siempre nos cuestionamos por qué a pesar de ser agredidas se mantenían con estos. La psicóloga Esther Argüelles nos explica que en la mayoría de estos casos lo que se da es la indefensión aprendida, que es una alteración en la función cognitiva de la mujer que genera una conducta pasiva ante una serie de acontecimientos que ella percibe como incontrolables. Esto hace que para la mujer maltratada sea muy difícil encontrar maneras óptimas de poner fin a una relación violenta, principalmente porque su función cognitiva de la atención está centrada en permanecer con vida.

Cuando una mujer sufre de indefensión aprendida su comportamiento se basa en disminuir el dolor, pero no el detener las agresiones, debido a que siente que la causa de los sucesos es totalmente externa a su control, y como no puede hacer nada para frenar esa situación simplemente espera que pase.

Entonces es aquí donde debemos encaminar ciertamente la atención no solo de la víctima, sino también de su agresor. Este en principio no es un enfermo, pero sí es un delincuente, tal como están concebidas nuestras leyes. Se trata de alguien que está transgrediendo el ordenamiento jurídico y las normas de convivencia. El problema, según lo indicado, es que las medidas de seguridad y la atención se centran en la víctima y no en el agresor. A la mujer hay que protegerla, por supuesto, con todos los medios necesarios. Pero desde el punto de vista funcional el agresor va donde quiere y hace lo que quiere, y si no se atiende, seguirá acechando a la mujer y continuará con sus conductas agresivas.

Es imperante un cambio que nos permita prevenir porque la tendencia ha sido el reprimir y ello no ha dado buenos resultados. Considero que las políticas deben redireccionarse a tratar al agresor, sin descuidar a la víctima, urge cambiar la idiosincrasia y el comportamiento de las personas. Por ello no es “Ni una menos”, es “Ni uno más” que se sume a la lista de agresores.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 04 Noviembre, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Rafael Ángel Rodríguez Salazar / Abogado penalista

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