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Opinión

Los abuelos, los parques y las palomas…

Prof. Julio Vindas Rodríguez*

Es domingo. La mañana recién bañada se estrena y se atavía de sol y de campanas a las puertas de diciembre; y se viste con traje de gala para asistir a misa, en este parque de Heredia (que podría bien ser cualquier otro parque), de los muchos que pernoctan en los linderos del viento en cada ciudad y pueblo de nuestro amado país; hay algarabía de niños dibujando con sus pies trazos y garabatos de mágicas ilusiones, con la crayola de la espontaneidad y el juego , sobre los lúdicos adoquines del parque.

Una bandada de palomas corta como saeta el azul matutino del cielo, y sentado en “la banca del fondo”, en el rincón más apartado, “despistado” del entorno, ajeno al mundanal ruido, tranquilo y en paz, está el abuelo; con su mirada fija y reposada, escrutando el mundo, oteando viejos recuerdos desde el palomar de su ternura, recuerdos que afloran como ráfagas del tiempo que le despeinan las canas, y le erizan la piel… ¡Cuánta sabiduría!, ¡cuánta benevolencia!; ¡cuánta bendita confianza encarna la figura de un abuelo!, o de una abuela; el abuelo es el patriarca de los años; la abuela es la alcahueta de ternuras y la madrasta de cariños ajenos; el abuelo acrisoló experiencias, goces y desgracias, sin dejar de ser un niño; y cuando atraviesa la puerta del corazón de sus nietos, la disciplina sale volando por la ventana.  El abuelo se amolda a todo sin objetar, y nadie tiene que “enseñarle” ya cómo afrontar circunstancias y condiciones; por eso, cuando quiere, también se convierte en el juguete más simple e infalible que un nieto pueda usar a su antojo.

El abuelo, si alguna vez no contesta, es porque todo lo ha escuchado. Y si alguna vez parece no escuchar, es porque todo lo ha dicho, ¡parece mentira cómo tanta “gente” maltrata a los abuelos! Se les olvida que alguna vez les cambiaron los pañales, les limpiaron los mocos, y hasta dieron la cara en la escuela o en el colegio, cuando las calificaciones eran un rotundo “cero a la derecha”.

De alguna forma aún no dilucidada, cuando nacemos, entre todas las características que puedan describir a un bebé, creo que la más acertada es “¡la inocencia!”; la inocencia debería ostentar un sitio aleccionador y mágico en el escalafón de todas las virtudes, porque es precisamente donde el ser humano retorna al final de su vida; es precisamente lo que convierte a los abuelos de nuevo en niños, en infancia plena,  cuando los años acrisolan el bagaje frutal de la experiencia, y separa la fina filigrana del alma, del torpe entramado que casi siempre resulta ser la existencia.

Cuando la inexorable niebla del tiempo te convierte – lo quieras o no- ¡en abuelo!; solo entonces aprendes que el abuelo padece de una inevitable regresión a la infancia; el abuelo es un “viejo por fuera”, pero, “un niño por dentro”; el abuelo es un hogar en sí mismo, es un regazo donde acurrucar las penas, es una gran estancia de paz y sabiduría, donde alivianar nuestros fracasos; pero es que también el abuelo se desahoga prodigando el cariño a sus nietos, ese cariño que quizás por inexperiencia, desconocimiento o ignorancia no supo dar a sus propios hijos; por eso jamás habrá apretón de manos más poderoso que la frágil manita del nieto apretando el dedo de su abuelo; tanto es así que por lo general un abuelo tiene que esperar la vida entera para conocer “el amor perfecto”, con la llegada del primer nieto; porque también -de alguna forma-, el nieto posiblemente no necesitará un libro de historia si tiene un abuelo “cuentacuentos”.

Si alguna vez, cuando pase por un parque, mira de reojo, y se encontrará con muchísimos abuelos, sentados en el umbral de la vida; que hicieron del parque el espacio de convocatoria consigo mismos; la vitalicia alianza con su propio corazón; la colectiva paz de las risas,  las miradas y el elocuente silencio; y rompen y transgreden los barrotes de la senectud, alzando vuelo con las palomas libertarias que habitan la afable solidaridad de los parques… el infinito ocaso… los abuelos; viejos niños que, por fin; ¡han ofrendado su infancia!

 

*Poeta y músico

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Viernes 01 Noviembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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