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Opinión

Pacto de Ternura

Gloria Bejarano Almada / Tinta con Sentido

Por cuarto año consecutivo se firma, en el Museo de los Niños, el Pacto de Ternura con la esperanza de frenar la violencia en contra de nuestros niños y jóvenes. World Vision, organización humanitaria, lidera esta iniciativa en América Latina ante la creciente violencia que afecta a millones de niños y jóvenes alrededor del mundo. Se calcula que más de 1.000 millones de niños y jóvenes alrededor del planeta son víctimas de la guerra, de la explotación laboral, de la discriminación, del desplazamiento, de la xenofobia, de la trata de almas, del abuso y la explotación sexual. 

Pero la violencia no solo se circunscribe a esas causas, son millones a los que se les niegan sus más elementales derechos como acceso a la salud, a la educación, a un trato respetuoso, a vivir sin miedo a ser violado, deportado, golpeado, insultado o acosado. 

Sí, todas estas son formas de violencia y las sufren miles de niños en países como el nuestro en el que encuentran la violencia en el seno de su hogar, en las escuelas, en los colegios y en las calles. 

El Pacto de Ternura convoca año con año a nuestras instituciones y a la sociedad a realizar una transformación de nuestras vidas y de quienes nos rodean, para ello propone que empecemos por reconocer nuestra propia historia de violencia para sanar. El Pacto nos habla de instaurar una cultura libre de violencia, brindando un ambiente de amor y respeto, no gritar, no usar castigos físicos ni proferir tratos humillantes, propiciar el diálogo y procurar el Derecho al cuido y educación sin violencia. 

Sin duda un reto para padres y maestros, pero sobre todo un desafío para nuestra sociedad, para nuestras autoridades y actores sociales. Niños y jóvenes absorben, además de las enseñanzas y el ejemplo que le proporciona su entorno inmediato, del mundo que los rodea y la sociedad en la que viven.

Hoy en nuestras calles hay violencia y los medios reportan lo mismo asesinatos que enfrentamientos entre pandillas, ciudadanos, autoridades, políticos, gremios… la violencia y la falta de diálogo parece dominar la noticia. Nos reconocemos como un país de paz, pero ante los ojos de las nuevas generaciones reaccionamos con enojo, con violencia ante la más mínima provocación o desacuerdo.

El insulto está a flor de labios en los adultos, la descalificación entre los actores de la sociedad es una constante, la falta de respeto hacia todo es una práctica común y las instituciones encargadas de proteger y educar a la niñez están en deuda. Este es el “otro” entorno al que están expuestas nuestra niñez y juventud y del cual también aprenden.

Niños y jóvenes observan el comportamiento de nosotros los adultos, analizan la forma como ejercemos nuestros derechos y valoran el cumplimiento que hacemos de nuestras responsabilidades. Tal vez no lo hacen en forma consciente o deliberada, pero es innegable que en la formación de un niño puede más el ejemplo que las palabras. 

Eliminar la violencia física y psicológica es el paso más urgente, proteger a nuestros niños y jóvenes del maltrato dentro del ámbito familiar y escolar es responsabilidad de padres, maestros e instituciones encargadas de velar por su integridad, pero no es suficiente, debemos de comprometernos como sociedad a buscar esa transformación que nos permita volver al camino de la solidaridad, el diálogo, el respeto, las buenas costumbres, la tolerancia, la honestidad y todos aquellos principios y valores que nos hacen ser mejores como seres humanos, como ciudadanos, como dirigentes, como autoridades.

Hoy tendremos la oportunidad de refrendar el Pacto de Ternura, pero, más importante aún, tendremos la oportunidad de invitarlo a usted a ser parte de este movimiento que busca que todos nos comprometamos a no golpear y no herir, sea físicamente o con insultos; a no etiquetar, menospreciar, denigrar o hacer burla de aquellos que no comparten nuestro pensamiento; a no guardar silencio y enfrentar a quienes hacen daño de palabra y obra; a no permitir que el odio eche raíces en nuestras calles y a volver hacer uso del diálogo como herramienta para resolver las diferencias. 

El cambio que estamos deseado empieza por nosotros mismos; el respeto y el trato cariñoso que mostremos por los demás en la escuela, en la oficina, en la política, en el hogar, en las calles, será la mejor enseñanza y el mejor legado que podemos dejar a las nuevas generaciones para quienes la ternura será un rasgo más de su personalidad, una forma de relacionarse, una lección aprendida, asimilada y puesta en práctica.

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Sábado 07 Septiembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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