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Opinión

Adultez mayor, el reto de vivir con dignidad

Editorial

Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) confirman que en nuestro país hay 389.840 personas mayores de 65 años, quienes representan el 7,9% de la población costarricense. 

Al cumplir 65 años, la esperanza de vida de los ticos es de 18,7 años más para los hombres, pueden llegar a los 83,7 años, y de 21,2 años más para las mujeres, es decir, hasta los 86,2 años.

En 2017, las familias abandonaron a 415 adultos mayores en hospitales nacionales y centros o albergues. 

Ya se acerca la Semana Santa y es una época crítica para los abuelitos, pues muchas familias los abandonan en sus propias casas para salir de vacaciones. Tan solo el año anterior 50 adultos mayores fueron abandonados.  

Las estadísticas revelan que casi 1.000 adultos para esas mismas fechas mayores fueron irrespetados física, psicológica, patrimonial o sexualmente, situación que a todas luces parece incomprensible. 

Los agresores son en la mayor parte de las denuncias los familiares más cercanos como hijos, nietos o hermanos. 

Pero lejos de mejorar la situación en favor de este sector, a sabiendas de sus necesidades, el paso de los años y aun la existencia de una ley de protección, los manda al olvido social.

Para el 2050, es decir en 32 años, el 21% de la población costarricense será adulta mayor, pues superará los 65 de edad. Más sencillo, 21 o más de cada 100 ciudadanos tendrán carné de oro. 

Eso indica que nuestro país hará frente a un fenómeno cada vez más progresivo en el mundo, menos natalidad y mayor edad. Esto trae consigo mayores retos, como la generación de políticas públicas destinadas a mejorar la calidad de vida, oportunidades de empleo, mejora en servicios de salud y transporte, además de modificaciones en infraestructura pública.

La ancianidad es una etapa de la vida que merece tranquilidad, amor y paciencia, pero acá en Costa Rica este es un escenario para muchos inexistente.

Acá hay que tomar notas más puntuales, si bien se reportan agresiones dentro del hogar, es importante destacar que puertas afuera los adultos mayores protagonizan discriminación y violencia. Basta con pedir a la Defensoría cuentas de las denuncias contra choferes de buses, taxistas y hasta personal administrativo de las instituciones públicas. 

Hay un problema mayúsculo, muchos creen que el estado de indefensión característico de los ciudadanos de 65 y más, les permite el derecho de dirigirlos, privarlos de su libertad y hasta hacer uso de sus recursos sin el menor reparo.

Nuestro país necesita hacer un alto y pensar hacia dónde va en esta materia.  Si bien existen leyes para la protección de los adultos mayores, poco se hace por ponerlas en función plena.

Muy pocas veces somos testigos de condenas o sanciones para los agresores, parece que el sistema se detiene en llamados de atención y algunas campañas, mientras las estadísticas revelan un aumento en las agresiones dentro y fuera de casa. 

Llegar a la edad adulta debe ser un privilegio respaldado por el propio Estado, pero ni siquiera eso ocurre, esta población debe hacer de tripas chorizo para sobrevivir con pensiones de hambre, lidiar cada día con el servicio público y la atención en centros médicos. 

Parece ser que la gente no toma consciencia sobre su destino, pues llegará el momento en que las piernas no resistan los pasos, los brazos no tengan fuerzas para sujetarse o bien la mente no sea tan lúcida. 

La mayoría de personas que sobrepasan los 65 años requieren algún cuido, aun cuando puedan valerse por sí mismas, la atención se hace necesaria pues el atardecer llega con lentitud, pero de forma segura. 

Las instituciones responsables de velar por el bienestar de los adultos deben hacer esfuerzos mayores para cumplir con la ley en todos sus extremos. 

La sociedad es el responsable número uno de esa apatía, de ese desprecio, será acaso que no entiende la posibilidad de envejecer y el derecho de hacerlo con dignidad. 

Nadie puede controlar el paso de los años, detener las canas o las arrugas en el rostro, todos llegaremos a esa etapa; entonces lo mínimo que se puede hacer es sembrar para cosechar. 

Envejecer con dignidad o en condiciones deplorables, es una decisión de todos.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Martes 20 Marzo, 2018

HORA: 12:00 AM

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