Los motines y las constantes agresiones entre privados de libertad y la policía, así como la mutilación que los propios reclusos se infligen para poder ver la calle, se ha vivido durante esta semana en las diferentes cárceles del país.
El último zafarrancho se produjo anoche en el Centro de Aprehensión para Extranjeros, en Hatillo, donde 7 jamaiquinos se quejaban de problemas administrativos porque no podrán ser deportados hoy, tal como estaba previsto.
Según las autoridades de Migración, la situación estuvo controlada en todo momento, pese a los daños que sufrió la infraestructura.
Los menores de edad no están muy lejos de la situación, pues la noche del jueves se amotinaron con el pretexto de salir a “pasear”, pues aseguran que no los sacan para nada.
Algo que llama la atención de la policía penitenciaria es la automutilación entre los reos. Con diferentes objetos se cortan los brazos y hasta el cuello para que los saquen y poder ver la calle.
Tal es el caso de los menores y las mujeres, quienes utilizan como armas papeles de citas médicas, navajas y hasta su propio cabello en el caso de las reclusas, quienes se cortan los brazos hasta sangrar y así las llevan al hospital.
Pero esta actividad, que parece estuvo de moda durante la semana, no paró, pues el martes en la cárcel de Liberia quemaron colchones y mandaron filazos a diestra y siniestra, por eso la policía debió ingresar lanzando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
Después de la gresca, que duró dos horas, una decena de privados de libertad fueron trasladados a la Cárcel de San Sebastián, donde fueron no muy bien recibidos por considerárseles problemáticos, ya que se les relaciona con los que provocaron el motín.
El miércoles un amotinamiento en celdas del II Circuito Judicial de San José, en Goicoechea, activó la alerta cuando más de una veintena de detenidos se quejaban por hacinamiento, debido a que todo sospechoso que la policía captura es dejado en ese lugar.
REAS BIEN CUIDADAS
Las privadas de libertad de la cárcel El Buen Pastor en San Rafael Arriba, Desamparados, muy pronto contarán con una clínica de especialidades médicas y hasta con pediatra para atender alrededor de 38 que viven con sus hijos en prisión. El proyecto está en estudio y se espera que el próximo gobierno construya y termine la obra que claman unas 600 reclusas que viven en hacinamiento y condiciones de salud críticas. Uno de los casos más recientes se registró ayer en ese centro penal, donde Francela Rodríguez, de 18 años, quien permanece en el módulo B4, aparentemente tiene los tímpanos reventados y perdía mucha sangre.
En una llamada telefónica una de sus compañeras aseguró que los jerarcas del centro penal no quieren atenderla y que las oficiales de seguridad no le dan la importancia que merece.
Ante esto las reclusas aseguraron que si este fin de semana Rodríguez, quien lleva dos meses tras las rejas, no es atendida se amotinarán para ser escuchadas.