Después de que la Municipalidad de San José ordenó el cierre y demolición de cinco chinamos, el jueves en la noche, los vendedores estacionarios temen por que sean los siguientes en la lista.
A pesar de que la normativa es muy clara respecto a las razones por las cuales se les puede rescindir la patente, hay quienes insisten en que esta medida lo que busca es limpiar la ciudad de este tipo de puestos porque en algunas ocasiones han servido para que los cacos se escondan detrás de ellos y ataquen a sus víctimas.
Muchas personas han logrado sacar adelante a sus familias gracias a este negocio, primero como vendedores ambulantes y ahora estando en regla y pagando una patente.
“MIS HIJOS ESTUDIARON DE ESTO”
Gladys Morales tiene un puesto de anteojos y gorras sobre avenida central, a la altura de Cuesta de Moras.
Para lograr tener este pequeño puesto tuvo primero que demostrar que necesitaba un trabajo para poder sacar adelante a sus tres hijos pequeños.
“Primero fui al IMAS para que me hicieran un estudio socieconómico para que la Municipalidad diera el visto bueno y me otorgara este espacio”, recordó Morales.
Como ella no era discapacitada ni adulta mayor la normativa de aquel entonces no le favorecía para que pudiera hacer el trámite directamente en la alcaldía, por eso debió pasar por un proceso largo y burocrático que le permitiera llevar el sustento a su hogar, producto de un trabajo honrado y en el marco de la ley.
Al principio se dedicaba a la venta de artesanías, pero el paso de los años tuvo que cambiar de actividad, ya que un daño en la vista y el cansancio por la edad la llevaron a tener que comprar productos para vender y es así como ahora usted encuentra en este puesto desde anteojos oscuros hasta bisutería.
Ella y muchos otros chinameros forman parte del Sindicato de Trabajadores Comerciantes, Patentados, Estacionarios y Afines (Sintracopea) y junto a ellos ha tenido que enfrentar una batalla contra lo que ella llama arbitrariedades de la Municipalidad.
“Yo tengo este puesto desde 1987, pero no crea que ha sido fácil estar aquí. Siempre hay problemas y tenemos que luchar para que se nos respeten nuestros derechos”, comentó.
UNA CASA A CAMBIO DE ARTESANÍAS
Rosario Silva tiene 25 años de trabajar en un puesto cerca de la Plaza de la Cultura. Su público meta son los turistas que pasan por esta calle y quieren llevarse un recuerdo de Costa Rica en una artesanía hecha en madera.
A pesar de que ella comenzó como vendedora ambulante, un golpe de suerte la llevó a obtener este espacio en la vía pública.
“Con mucho esfuerzo pude comprar mi casa propia. Ese fue mi sueño desde el inicio y para eso trabajé duro. Es cierto que además hubo sacrificios y sobre todo tuve que organizarme muy bien”, narró.
Cuando inició en su chinamo, este no era la estructura metálica que tiene ahora sino una donde tenía que jugársela para que la mercancía no se le mojara.
En aquel entonces pagaba ¢400 por trimestre, por lo que todos los meses ahorraba para pagar el año por adelantado y así asegurarse que nadie le robaría el sustento para su hogar ni el sueño de tener un techo propio.
Esta mujer incansable, quien es una adulta mayor, asegura que continuará trabajando en esta esquina, esta vez con el firme propósito de comprarse un carrito para poder salir a pasear.
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CRÉDITOS: Fotos: Carlos Barquero
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Sábado 01 Junio, 2013
HORA: 12:00 AM
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