La paradoja de la innovación en Costa Rica
Los países que han logrado un mayor progreso económico han favorecido estrategias que impulsen el desarrollo endógeno de sus naciones, el cual se ha visto reflejado en término de innovaciones y así han logrado alcanzar una mayor riqueza y bienestar social.
Si consideramos el capital intelectual (CI) que tiene Costa Rica (CR) para generar innovaciones, las cuales se tienden a cuantificar en términos de la cantidad de patentes por millón de habitantes (PpMH), notamos que CR llega a 1,7 PpMH, mientras países con similar CI como España alcanzan la cifra de 9,1 PpMH (World Economica Forum, The Global Competitiveness Report 2011 – 2012), y si lo analizáramos desde la perspectiva de la relación Universidad – Industria o Capacidad de Innovación, la brecha se torna mayor.
Esto deja ver un abismo sobre el cual Academia – Gobierno –Empresa (AGE) deben trabajar conjuntamente para reducir y aprovechar los beneficios asociados con la innovación.
A diferencia de países como Taiwán, Japón y Estados Unidos, donde la tripleta mencionada (AGE) trabaja de manera estrecha y permanente, y ha alcanzado una relación simbiótica altamente efectiva y rentable, en Costa Rica se ha desarrollado pero con un enfoque más académico que práctico por razones históricas, desaprovechándose nuevas oportunidades de innovación y sus beneficios.
A nivel de AGE es evidente la conciencia generalizada de la importancia de la innovación como factor crítico de éxito, sin embargo, ha sido poco lo que se ha avanzado para lograr sistematizarla en el aparato productivo nacional, y así poder aprovechar, generar y aplicar nuevos conocimientos y tecnologías a la base productiva.
Mínimo avance. Son distintos los factores que han dado como resultado un mínimo avance en la puesta en operación de una verdadera Gestión de la Innovación. En general la problemática se puede resumir en cuatro variables: a) un marco estratégico que estructure los esfuerzos de innovación, b) la inefectiva inversión en investigación y desarrollo (I+D+i) sumada a la disparidad de asignación de recursos, ya que mientras los países desarrollados invierten más del 2% del PIB, en Costa Rica apenas llegamos al 0.5%, cifra que es inferior a la media latinoamericana, c) la educación costarricense ha sido ligera en desarrollar una cultura que promueva la innovación, d) carencia de un marco de referencia para que las organizaciones puedan implementar la gestión de la innovación de manera práctica y potenciar su capacidad innovadora.
En este sentido, los recursos facilitados por en el BID y el aporte del Estado a las universidades contribuirán a facilitar la innovación, pero se debe tener presente que esos recursos deben impactar la competitividad del aparato productivo por medio de mejoras en la productividad, o generación de nuevos ingresos. Es esa efectividad la que debemos buscar para que cada colón que se invierta le reditúe al país, y así lograr que el nuevo conocimiento y las nuevas tecnologías trasciendan las fronteras de la academia, centros de investigación y otros.
El componente financiero es solo una de las variables críticas señaladas, razón que exige un trabajo cooperativo de la AGE para lograr una proporcionalidad en el grado de mejora de las otras variables, y de tal manera, alcanzar el mayor grado de innovación en Costa Rica, ya que nuestro liderazgo económico-social estará determinado por nuestra capacidad de innovación.
*Ingeniero
