La obligación de reparar y cuidar el medio ambiente

El acelerado crecimiento poblacional ha provocado el auge del desarrollo urbanístico, industrial y agrario. Sin embargo, la codicia ha tomado fuerza en los procesos económicos al punto de que las actividades humanas son muy culpables de la deforestación, desaparición de humedales y especies de animales silvestres.

En el pasado, la clase empresarial creyó que el verdadero éxito estaba en la explotación maderera, mineral, en la agricultura intensiva, en la caza despiadada, entre otras cosas. Ahora se sabe que, ese manejo desequilibrado provoca importantes daños ambientales y ecológicos.

Entonces, se puede decir que antaño no se tenía conciencia de la protección del planeta, por eso no se tenían áreas protegidas, reservas biológicas, refugios de vida silvestre, entre otros, por eso, miles de hectáreas eran tomadas de manera ilegal y otras veces con el mismo permiso del Estado bajo el concepto de “denuncios”.

A mediados del siglo XX, algunos grupos de científicos, naturalistas y ecologistas, empezaron a hablar de la urgencia de crear zonas de protección, de bajar las emisiones de gases nocivos, de crear programas de producción sostenible o amigable con el ambiente, para citar algunos aspectos de la ecología; además, la realización de acuerdos internacionales en el tema ambiental ha conducido a varias naciones a establecer programas muy específicos.

Sin embargo, la declaratoria de áreas de protección ambiental a menudo ha representado la oposición de quienes son propietarios de extensos territorios boscosos, humedales, de producción agrícola, ganadera y de explotación mineral. Eso ha conducido a los gobiernos a crear leyes y normativas, que permitan declarar ciertas regiones de interés y permitir la compra de esos lugares, pero a un alto costo económico de parte del Estado.

Aunque si valoramos el beneficio que tendrá la protección ambiental no solo para las especies de animales y plantas, sino también para el ser humano, veremos que vale ampliar más áreas de conservación de la biodiversidad y los ecosistemas.

En el caso de Costa Rica, su territorio continental y jurisdicción marítima alberga un 4,5% de la biodiversidad del planeta, lo cual implica la presencia de unas 90 mil especies de plantas y animales. Según el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinac), estamos entre los 20 países con mayor diversidad biológica. Entendido eso, mayor deberá ser la motivación de nuestros gobiernos y comunidad en general de apoyar los programas de protección del ambiente.

Nuestro país, comparativamente con otras naciones de la región, ha tratado de crear cierta conciencia. Entonces, dichosamente, la aparición de asociaciones y políticas gubernamentales y regionales de varios países, ahora hablan de buscar la protección y recuperación del ambiente natural y las especies. Sin embargo, en el régimen municipal es poco lo que se ha logrado, dado que los ayuntamientos se han limitado a la recolección de cierta cuota de desechos sólidos de las comunidades, respecto a la generación total.

Por otra parte, las malas conductas de las personas, hacen que permanezcan contaminados los ríos, riachuelos, lotes baldíos, márgenes de los caminos y carreteras, principalmente. Entonces, el verdadero desarrollo sostenible no se cumple como se espera.

Respecto al resto del mundo, por la irresponsabilidad de gobiernos como el de los Estados Unidos, hay especies en peligro de desaparecer, como los osos polares, los bisontes, focas, leones marinos en las zonas polares por causa del derretimiento paulatino de los hielos, y en las zonas templadas y tropicales, pueden sufrir el mismo destino las ranas exóticas, caimanes, tigres, leones, aves y tantas variedades y especies no solo de animales, sino también de plantas.

Solo en la medida en que el orbe equilibre su hábitat será posible recuperar parte de lo que está al borde, de perderse. Eso sí, es muy importante la creación de más fundaciones y organizaciones ecologistas y la presencia de más guardaparques, oceanógrafos, zoólogos, biólogos y que más gente de voluntariado ayude a limpiar las playas, márgenes de los ríos, cultivar bosques y selvas, con especies propias de cada región.

Incluso, en tiempos en que hay tanto desempleo, los mismos gobiernos debieran contratar a personas para que siembren árboles, los cuiden y que otras personas por un salario trabajen en centros de reproducción de plantas y animales para devolverlos al hábitat.

A esos programas, se debe sumar el fomento de la agricultura y ganadería sostenible, o sea, con diseños productivos y topográficos (para protección de los suelos) amigables con el ambiente. Es más, en el caso de la ganadería y producción de hortalizas por ejemplo, se hace necesario plantar hileras de árboles en los sectores propensos a la erosión por efecto de los terrenos quebrados, las lluvias y acción de los vientos.

En el caso de entidades como los municipios, desarrolladores de energía eléctrica, explotación petrolera, diseñadores urbanísticos, empresarios de transporte masivo de personas, entre otros, también deben comprometerse a una mejor gestión ambiental.

Además, de esos aspectos, se deben divulgar más programas de información y educación en materia ambiental, para formar una mejor conciencia a las futuras generaciones de personas. Recordemos, que cuidar nuestro planeta es una obligación moral, incluso, el mismo Magisterio de la Iglesia, a través de algunos decretos y encíclicas papales, en los últimos años ha tratado de lanzar una voz de exhortación para el mundo. Pongamos entonces, nuestro esfuerzo para hacer algo en este sentido.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Viernes 13 Diciembre, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Osvaldo Corrales Jiménez