Jueves 02, Mayo 2024

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Sucesos

El infierno sin leyes de la fruta dorada

Muelle de San Carlos

  • El exencargado Dennis Antonio Pérez dijo que en los campos trabajan niños de 6 años y ni el PANI ni el Estado hacen algo

  • Al personal lo llamaron a montarse en los vehículos dentro de la empresa y no les permitieron hablarnos

  • Como no hay dónde comer, los peones tienen que hacerlo en el campo y dejan sus mochilas en el suelo

  • “Manuel” deshierba en el campo, explicó que a veces son las 10 a.m. y no lleva ganados ni ¢3.000

Con temperaturas infernales que sobrepasan los 30 y algunas veces los 35 grados centígrados los peones deben ingeniárselas para cortar 1.000 piñas en 10 minutos, o sea 100 cada 60 segundos, una labor que requiere pericia, conocimiento, pues la fruta se clasifica por color 4, 5 y 6, tamaño y tiempo de maduración.

Todo eso lo debe conocer el empleado agrícola en un trabajo que técnicamente es calificado, pero no se remunera como tal.

DIARIO EXTRA expuso las pésimas condiciones laborales ayer en un reportaje especial y hoy traemos más detalles de cómo viven estos peones.

“La carreta pasa y usted debe recoger mil piñas en 10 minutos, tenés que recogerla porque la carreta vale ¢6 mil, en una cuadrilla de 12 tienen que recoger eso para generar ganancias y si no vas al ritmo de la carreta a ese mae lo cambian, pues al encargado no le sirve”, explicó Noe Espinoza, quien fue despedido a sus 58 años por reclamar sus derechos laborales.

 

EXPLOTACIÓN DE MENORES

 

Dennis Antonio Pérez tiene 31 años, es el presidente del Comité Comunal del barrio Las Margaritas, en Muelle de San Carlos, y conoce claramente el oficio del piñero, pues no solo trabajó en ello sino que hace 4 años sirvió de encargado para un contratista buscando a la gente para llevarla al campo.

“El problema no es el empleo, es el poco salario que ganan, son contratados por externos, dependiendo del contratista al que les trabaje, les pagan o se los llevan entre las patas y no les pagan.

De hecho, esa gente usa a otros de burritos, no son ellos directamente los que pagan, yo por ejemplo conozco a 4 muchachos que entran en bus o en carros recogiendo gente y a ellos los recluta el contratista, pero esos muchachos se hacen pasar por contratistas”, dijo.

En el precario La Managüita hay 82 familias, es decir un promedio de 5 personas por casa. Son 410 personas y poco más de la mitad va a los campos de piña.

“Aquí la empresa no se hace cargo de nada, aunque le pagan al contratista y los sembradíos son de ellos, el reclamo es para el contratista. Uno que otro le trabaja directo a la empresa, por eso acá hay gente que va a trabajar a la piñera en Aguas Zarcas, salen a las 10 de la mañana y regresan a las 2 de la madrugada, eso es crítico y aun así se mantiene la dignidad de las familias para sostenerse, acá unas 4 familias recurren a la venta de la droga para mantenerse, una cosa empuja a otra”, acotó el presidente comunal.

Pérez mencionó que como la única fuente de empleo en el sitio es la cosecha de piña, hay menores de edad que para ayudar a sus padres también van al campo a ganarse el pan de cada día.

“Acá no hay nadie que supervise, imagínese que hay menores de edad, nadie supervisa nada, ni el PANI, ni Migración, ni el Ministerio de Trabajo ni la Caja del Seguro, por eso le estoy contando. Yo trabajé ahí, andaban unos carajillos como de 6 años, obviamente ya son hombrecitos y tratan de ayudar a la familia, pero son empresas irresponsables porque no hay seguro ni nada, ni pólizas.

Le trabajé a un contratista de encargado, yo tomaba la hora de entrada y salida de los peones, por eso al encargado que anda recogiendo a la gente en el pick-up le pagan bien, un salario de ¢90 mil”, expresó.

 

DANZA MILLONARIA
 Y ENVENENADA GRATIS

 

Pérez adujo que la danza millonaria se la lleva el contratista, quien gana mucho más. “Él gana por blocks (bloques), en la finca hay 20 blocks de piña, viene el contratista, van a la empresa y el que se baja los calzones (pone el precio más bajo) es el que se deja el trabajo.

Entonces usted es el contratista y le dicen ‘mae, ¿cuánto me cobra por deshierbar? Es la finca número 2, hay 20 blocks’, por ejemplo. Entonces el contratista viene y le hace números, son tantos días, son tantos maes, les pago a tanto la hora, le cobro tanto y él está ganando eso por contrato, pero ese trato es hablado, no hay nada firmado, así se cubren.

Después ellos me buscan para que reclute a la gente, esto es fácil, entonces vos regás la bola y después todo el mundo empieza: ‘Fulano está dando trabajo’ y como todo mundo ocupa al rato tenés una fila de 60 trabajadores en un día y al día siguiente ya está todo mundo en labores y sin transporte”, explicó.

El exencargado contó que el sistema atropella lo que sea porque “con ese contratista trabajabas de 7 am. a 5 p.m., sin extras y sin nada. A uno le dicen que a las 7 pero usted a las 6 a.m. ya tenía que estar en la finca, se levantan a las 3 de la mañana y a las 4 el traslado, todo era un protocolo para que a las 6 todo el mundo con su overol, su agua y enganchado a la carreta esté en el campo”.

Pérez refirió que tampoco hay protección sobre los colaboradores cuando se riega el veneno para el mantenimiento de la piña.

“Lo único que le da el contratista es overol y sombrero y vaya mátese, no hay agua, el sanitario no existe, le dan media hora para comer en el campo; por ejemplo, vienen cuatro en un block y dicen que llegó la hora de almorzar, hay que orillarse para comer, pero acabada la media hora pasa el encargado ‘vamos, vamos, ya terminó el tiempo’”. 

Pérez dejó de ser encargado porque no aguantó el maltrato que se les daba a los trabajadores, reseñó que había señoras cansadas y él pasaba por alto el asunto, pero había supervisores que le decían “mae, Dennis, vea esa gente, vaya púyelos”, pero él le explicaba cómo estaba la señora “y me indicaban ‘no importa, ellos vienen a trabajar’”. 

 

A MÁS DE 30 GRADOS 

 

Una vez entrevistado Pérez nos dirigimos al campo piñero y llegamos hasta Ebron, una de las fincas de Agromonte, donde en el lote 32 nos encontramos con los trabajadores bajo un infierno de 30 grados centígrados.

Hablamos con algunos de ellos. “Manuel” (identidad protegida) vestía gafas negras, sombrero, mangas y guantes, todo para protegerse del inclemente sol.

“Entré a las 6 a.m., me tienen deshierbando este block, pagan unos ¢10 mil dependiendo si lo saco, hay terrazas que lo que valen son ¢2.800 o menos, es cosa seria y no es todos los días, hay días que a las 10 a.m. usted no tiene ni mil pesos. A mí me contrató Orozco”, apuntó.

A “María” la encontramos en otro bloque del sembradío. “Entré a las 6 a.m. y salgo a las 4 p.m., nos toca deshierbar este bloque… para hacer las necesidades no hay baño y tenemos que hacerlo acá mismo, tampoco hay para comer y se come aquí”, dijo la angustiada mujer cuidándose de que el encargado no la viera conversando con nosotros.

Pero no tardó mucho en aparecer el supervisor pagado por el contratista, al ver nuestra presencia y con otro hombre -que dijo ser el cuidador que trabajaba directamente para Agromonte- nos pidieron que nos fuéramos del lugar antes de que los regañaran.

“En el caso mío me prohíben tener visitas y de ahí para acá no pueden entrar, otra cosa es que esas preguntas ya serían directas con la jefatura mía que es Agromonte, usted puede hablar con Gustavo Zamora”, dijo Juan.

 

AGROMONTE AMEDRANTA

 

Con los testimonios recopilados, el trabajo de campo documentado y fotografiado, nos fuimos a esperar la salida de los autobuses con los colaboradores.

Nos acercamos a las oficinas centrales de Agromonte, donde nos habían señalado que cuando las autoridades o alguien quiere entrevistarlos, en la empresa no les permiten salir a hablar.

Así ocurrió. Al saber de nuestra presencia, los buses que recogían a los empleados frente a las oficinas en vía publica esta vez lo hicieron dentro de las instalaciones de la empresa y salieron huyendo.

Nos presentamos ante la caseta del oficial de seguridad de la compañía solicitando conversar con Gustavo Zamora, en apariencia dueño o encargado de la empresa, pero indicaron que no se encontraba y no había dónde localizarlo.

Preguntamos por otro representante, pero ni la jefatura de Recursos Humanos ni ningún otro personero de Agromonte nos podía atender.

Sin embargo, al frente de las instalaciones se encontraba un Toyota Hilux 4x4, modelo 2017, matrículas 292638, perteneciente a la arrendadora Cafsa S.A., con un valor de ¢17 millones, desde donde una mujer acompañada por un hombre comenzó a grabarnos con el celular.

Según los trabajadores de la piñera se trataba de la jefa de Recursos Humanos y del ingeniero de planta.

Incluso tras la respuesta del oficial de seguridad y haberle dejado nuestros números telefónicos para que nos localizaran, nos fuimos del sitio a La Managüita, hasta donde nos siguió el vehículo de manera intimidante y no sabemos con qué intención.

 

ABOGADO NO SE REFIRIÓ

 

Como en la empresa nunca devolvieron la llamada a DIARIO EXTRA y ante la amenazante presencia del pick-up, llamamos al representante legal de Agromonte, Alfonso Ruiz, quien desconocía de nuestra visita, sin embargo al consultar en la empresa sobre lo ocurrido simplemente recibió la orden de no dar ninguna declaración y no se referirían al tema hasta que salieran estos reportajes.

Mañana les traeremos una tercera entrega donde se evidencia que Agromonte está morosa con la Caja Costarricense de Seguro Social y enfrenta un proceso judicial por el delito de trata y tráfico de personas.

PERIODISTA: Alexander Méndez

CRÉDITOS: Fotos: Mauricio Aguilar

EMAIL: [email protected]

Martes 22 Octubre, 2019

HORA: 12:00 AM

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