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Opinión

Pongamos las barbas en remojo, ¡no es un juego!

Editorial

Todos los años, los costarricenses y la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) sabemos que en algún lugar de este pequeño país alguien va a dormir mojado, sin embargo, de igual manera anualmente vemos cómo parece que cuesta más tomar medidas anticipadas y prepararse para los desastres propios de la estación lluviosa.
En especial ahora, cuando en nuestro país llueve cuando menos lo pensamos y aunque estemos en época seca, entonces, en ese escenario deberíamos de estar preparados siempre para cualquier eventualidad.
Pero, como buenos ticos, dejamos todo para lo último, y es hasta cuando tenemos el agua al cuello que buscamos las razones por las cuales los ríos y alcantarillas se desbordan… ¿Cómo es que una montaña completa cae? ¿Y qué sucede con los barrios enteros amenazados por el agua?
Esas respuestas las sabemos de antemano, pues la basura y los demás desperdicios de muchas casas acaban irresponsablemente en los cauces de los ríos provocando tragedias. Los causantes somos los ciudadanos, nadie más.
Pero, aparte de esa despreocupación por el medio ambiente, cabe sumar un factor de gran incidencia, como es la ausencia de planificación de las construcciones, pues sin importar los criterios técnicos, u obviándolos, en ciertos sitios se levantan casas con un mínimo espacio, se edifican comercios, ranchos, etc., para terminar haciendo de un supuesto desarrollo un caos urbanístico.
Las construcciones descontroladas que la gente hace en comunidades ya conocidas como vulnerables acabarán por dar problemas tarde o temprano.
Ahora nos preguntamos por los responsables de fiscalizar este tema. A pesar de que la ley lo exige a todas sus anchas, hay municipalidades que ni siquiera tienen plan regulador y otorgan permisos de construcción sin estudios de suelo; es decir que muchas obras se hacen a diestra y siniestra, sin supervisión alguna.
Las condiciones anteriores son factores determinantes al momento de un evento de la naturaleza, pues han olvidado la prevención e impiden tomar decisiones y dar soluciones. La mala planificación urbana y el deseo incesante de retar a la naturaleza han llevado a una carrera por ver a quién le sucederá la siguiente desgracia.
Lo peor es que una buena cantidad de gobiernos locales visan planos sin acordarse de los reglamentos que deberían regular las construcciones, ni mucho menos de la afectación que le estamos provocando a la naturaleza.
Sería mezquino culpar únicamente a las autoridades, también deberíamos acordarnos que cuando botamos la basura y estancamos las alcantarillas perjudicamos al ambiente y en mediano o largo plazo esas conductas nocivas nos pasarán la factura.
Dejar los desechos en media calle, lanzarlos a los ríos, enterrarlos y echarlos en los lotes baldíos son situaciones que acaban por juntarse con el agua y provocan un verdadero caos. Basta con echar un vistazo a las interminables pozas que se forman en plena capital cuando la lluvia arranca en lo más y mejor.
Los caños están repletos de botellas, paquetes de galletas, bolsas plásticas y hasta prendas de vestir haciendo presas monstruosas que estallan cuando apenas las primeras gotas caen del cielo.
Poco se hace con las inversiones millonarias de la CNE si los ciudadanos no tomamos conciencia, se debe comprender que la prevención es nuestra mejor aliada, y una tarea de todos.
No seamos “jupones”, cuando el peligro apremia es mejor salvar la vida que arriesgarse para recuperar pertenencias con algún valor. Nada, absolutamente nada, justifica poner en riesgo la vida. Cuando el peligro se hace inminente, lo más razonable es alejarse y dejar en manos de los expertos el abordaje. Es difícil cuando se trata del esfuerzo de años, sin embargo, lo material podrá luego reponerse.
Planificar y organizarse no cuesta nada, haga en su casa y lugar de trabajo un plan ante emergencias, detalle cuáles son los riesgos y determine posibles soluciones. Participe activamente de la limpieza de su comunidad, los parques, las alamedas, las aceras, donde por lo general pululan bolsas de basura que bien podrían ponerse solo los días de recolección. No saque desechos cuando no corresponda, pues van a dar al caño o a la calle.
Hable con sus vecinos y propongan un plan general, así será más fácil hacer frente a la tragedia cuando ocurra, o bien evitarla anticipándose al peligro. Varias cabezas piensan mejor que una, la unión hace la fuerza, así que no se aísle, comuníquese con sus allegados y comparta consejos.
Busque la supervisión de las autoridades, ellas saben cómo, cuándo y dónde reaccionar en el momento en que las lluvias apremien. No espere, sea un ciudadano activo y positivo por su bien, el de su familia y el de su comunidad.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 19 Agosto, 2019

HORA: 12:00 AM

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