“Los derechos humanos empiezan con el desayuno”
Reactivación económica: Hacer ahora porque urge ya. Esa debe ser la responsabilidad primaria del gobierno.
Don Carlos Alvarado Quesada y sus equipos están obligados a actuar pensando que la economía debe estar al servicio del ser humano y no la economía estresando al pueblo. El PAC debe hacer ya.
Los jerarcas del gobierno y la economía deben estar siempre al servicio del ser humano, no el ser humano sirviendo a la economía y sus gobernantes; y los que somos pagados con recursos públicos: al servicio de los habitantes.
Don Carlos y sus ministros respetando todos los derechos humanos (no unos pocos). Deben recordar al expresidente de Senegal, Leopold Sédar Senghor, que - con gran lógica y sensibilidad - expresó: “los derechos humanos empiezan con el desayuno”.
Sí: los derechos humanos empiezan con desayuno y otros alimentos; con medicinas y vestimenta; con dinero para estudiantes, transporte y pago de casa. En síntesis, los derechos humanos sin lo básico son palabras sin respuesta real: Son desigualdad social; no son derechos como hoy no existen para desempleados, pobres y más pobres.
Datos del Instituto de Estadística y Censos alertan al señalar que: el desempleo ronda el 12%; la pobreza creció y tenemos 328.848 hogares pobres, la pobreza extrema también aumentó y hay 99.000 hogares que no satisfacen sus necesidades básicas.
Hay alertas que lamentablemente indican que somos un país más desigual; con más familias con muchísimo menos poder de compra.
La economía está frenada. Las empresas se van, y miles de personas hacen filas rogando un trabajo. Cientos de locales comerciales desocupados con rótulos de se alquila. Rótulos y señales del frenazo económico, de la injusticia social (de la vagancia mental de algunos gobernantes).
El gobierno anuncia y sigue sin hechos concretos, y actúa como en carnaval con gasto irracional. Y mientras tanto las familias necesitan dinero para compras elementales. Es doloroso que los representantes del PAC mal administren y derrochen la plata de pueblo.
Es deplorable que se mal gobierne, provocando que la economía esté como en pantano y por ello menos para las personas que no tienen culpa, como sí la tienen los que desgobiernan.
Es lamentable cuando la prensa, constantemente, informa la cruel realidad, por ejemplo:
El lento crecimiento de la economía lleva más de 3 años. Alto desempleo de entre el 11,4% y el 13,4% si se incluyen las personas desalentadas sin esperanza de encontrar trabajo.
El Banco Central ha estimado que el crecimiento de la economía, este año, será de 3,2% y para el 2020 menos del 3%, lo cual indica que el Central no prevé que la economía se dinamice mucho en los próximos 18 meses.
La informalidad ronda el 40%. Casi un millón de personas que no pagan impuestos y muchos no cotizan para la seguridad social ni a un sistema de pensiones. En el área rural es del 53% de los ocupados, casi 14 puntos por encima del porcentaje que se registra en las ciudades: 42,6%.
La OCDE reseña que la alta informalidad es fuente de desigualdad. Hay trabajo precarizado y de ingresos bajos, que afecta a las empresas porque reduce la capacidad de compra de las personas, es decir daña la economía en general.
La desaceleración continuó este 2019, con disminución del poder de consumo. En febrero anterior el índice de confianza del consumidor fue de 34,8 puntos. Con este entorno económico, el 68% de empresarios considera que no es buen momento para hacer negocios.
Todo lo informado es cruel verdad. Los datos, las alertas, la angustia de las familias claman no discursos engañosos. El pueblo clama empleo, más poder de compra. Los emprendedores y empresarios piden cero trabas y facilidades ciertas.
El presidente y sus equipos no deben estar desocupados. Deben cumplir su promesa de trabajar. De hacer y no simplemente hablar. Deben fomentar empresas y trabajos dignos que permitan más dinero para las necesidades ineludibles, para más compras y más ventas. Para una economía que promueva movilidad positiva y no exclusión.
El pueblo requiere empleo y no precios altos de comida, salud, educación, vivienda y transporte. Urge plata para sus familias, no para que el gobierno juegue sin parar.
Recordemos que economía sana es semilla de paz social. Por ello urge recuperar el crecimiento que asegure tranquilidad a la sociedad en general: a madres y padres, a sus hijos, a los jóvenes, a los adultos mayores.
Nuestra economía requiere que los créditos bancarios, la electricidad y los combustibles no estén por las nubles. Que exista la adecuada infraestructura para el transporte de la producción. Necesitamos que los trámites en las instituciones públicas (del gobierno central y municipal) faciliten e impulsen creación de emprendimientos y empresas (pequeñas, medianas y grandes). Necesitamos no alejar al inversionista.
Nuestra economía debe estar al servicio del ser humano. Se requiere lo concreto, lo real. Necesitamos derechos humanos que brinden trabajo y poder de compra para todos. La economía debe activarse ya. Basta de diagnósticos, planes y palabras.
Presidente, ministras, ministros: Los empresarios, emprendedores, trabajadores, subempleados y desempleados; los pobres y más pobres, exigen no más carnaval. No más derrochar el dinero del pueblo. Urge la economía saludable, sin palabras que se lleve el viento; sin olvidar cumplir ahora. Y, recordando al papa emérito Benedicto XVI, que orienta así: "la crisis económica actual es también una crisis de ética y sin ella la economía no puede funcionar… el hombre tiene que ser el centro de la economía y no al revés”.
*Diputado Republicano, Prosecretario del Directorio Legislativo
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Lunes 29 Julio, 2019
HORA: 12:00 AM
CRÉDITOS: Otto Roberto Vargas Víquez*
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