Esperanza y acción: Tareas de nuevos gobiernos locales
Esteban J. Beltrán Ulate
La política es un ejercicio ciudadano que no debemos obviar, los que se abstienen de ejercerlo se convierten en elementos al servicio del poder dominante. En la modernidad estamos encadenados a los movimientos de las fuerzas políticas, solamente un anacoreta se escapa de esta realidad. La democracia, como discurso vigente de nuestra época, declara con esperanza que las partes componen el todo y que la decisión de la mayoría de las partes guía los procesos del todo, manteniendo un margen de respeto a las libertades de las minorías que también resultan parte del todo.
La democracia como juego de equilibrios luce desgastada en nuestro contexto, ya que bajo las denominaciones de bipartidismo o tripartidismo (o unipartidismo trino) se ha cimentado en la estructura nacional una agenda de carácter neoliberal, que prima el desgaste del aparato institucional (por conducto de un disfuncional ejercicio de jerarcas) y el constante flagelo a las clases económicas que no componen el alto estrato piramidal.
Un grupo importante de la población ha venido demandando un giro de timón ideológico, sin embargo, a partir de una campaña mediática de miedo se ha levantado un fantasma que no permite asumir la posibilidad de la vida más allá del vientre neoliberal. Incluso bajo un falaz discurso de “cambio” se posicionó la tercera persona de la trinidad neoliberal en la erosionada tierra del Poder Ejecutivo costarricense.
El descontento ciudadano es cada vez mayor, sin embargo, las soluciones no parecen ser claras, esto incrementa la nebulosa de la angustia ciudadana. Uno de los problemas que se podría considerar es que la ciudadanía concentra su crítica en el aparato global, sin ejercer una lucha de resistencia y reforma de las diferentes esferas parciales de la estructura. Una posibilidad que se despunta en estos meses, para la clase social que confronta el modelo político vigente, es el de asumir una propuesta política pluralista, democrática, patriótica y humanista (y por qué no: socialista o socialdemócrata), que permita un abrazo ciudadano que responda con firmeza a la crisis de la noche oscura del neoliberalismo a la tica.
Este gesto ciudadano de viraje de dinámica ideológica puede encontrar un momento de esperanza y acción en los entrantes gobiernos locales. Es momento de dejar la angustia, las lágrimas y la vergüenza, es momento de procurar planes de acción en las estructuras parciales del todo, para generar una desestabilización del sistema (inhumano) vigente hacia una transfiguración ideológica que se encarne en un Estado de Bienestar comunitario hoy y mañana nacional. Ha llegado la hora de actuar, incorporarse a la política local y trabajar por una tierra de esperanza para nuestros hijos e hijas.
