Paciencia y pasión
¿Me lo apunta? / Jaime Hernández
Retomar mi jardín y retomar mi carrera. Esos fueron los objetivos para iniciar este 2019. Parece fácil. No lo es. El pequeño jardín rodea mi casa por tres lados. Y quien hizo mi casa me dejó el garaje guardado por dos largos maseteros, todo es tierra de nadie. No se trata de un parque, pero el área de trabajo resulta exigente. Todo lo que tenía era una hiedra que fue creciendo desordenadamente, pero que ya cubrió uno de los muros laterales. Fue un regalo de mi hija cuando compré la casa y ha hecho mucho por enverdecer la vista de mis ventanas. Es decir, el marco estaba, pero faltaba el contenido. En esas estoy desde hace algunos meses, con ayuda de un buen amigo que sabe lo que hace. Al frente un arbolito “Liliana”, así me dijeron en el vivero que se llaman y al lado un crótor de hojas otoñales. Bien. Frente al ventanal de la cocina orquídeas, bellas, siempre sorprenden y frente al comedor azaleas y rosas al lado de un pequeño mirto que perfuma la entrada, me dijo la amiga que me lo regaló.
Al otro lado de la acera, finalmente, han crecido dos robles sabanas que pronto habrán florecido para que la mirada se vuelva dulce desde temprano. Los he visto crecer poco a poco durante catorce años. Me llevan dos veces mi altura, apenas, pero su presencia ya se mira agradecida.
Un pequeño arbolito de limón crece en el centro del patio trasero, donde hay muchos geranios y chirrites. Y en la pequeña terraza lateral hortensias y crisantemos amarillos frente a la hiedra.
Nada de esto ha sido fácil, como tampoco lo ha sido volver a tener un libreto entre mis manos para armar una puesta en escena. La vida me tenía un par de oportunidades que se concretaron para el primer semestre de este año. Colaboradores, productores brillantes, diseñadores y compositores trabajando para contar un par de historias en un par de escenarios. Bellísimas las historias y desde hace unos días se han ido sumando esos artistas impredecibles y asombrosos que son los actores, los soldados más valientes que conozco a la hora de defender una historia.
Agua y paciencia en el jardín, café y pasión en el ensayo. Nada de esto es posible sin algo de método, de entusiasmo, de riesgo, de mucha observación, de largas esperas y conversaciones. Prueba y error. ¿Dónde dan el sol y el viento? ¿Dónde la luz y la música? ¿Qué se dejará en la sombra? ¿Qué se notará primero? Las palabras de Voltaire siempre presentes: “cultiva tu jardín”, con las que Cándido acabó por entender su larga y aventurera vida.
