Quiero a mi perro, pero más a los niños: obligatoriedad de correa y bozal
La Ley a su alcance / Lic. Gerardo Morales
La semana pasada, mis nietos disfrutaban en una cancha municipal de básquetbol en urbanización San Jorge, Heredia. Emulaban a grandes futbolistas, según ellos, con su bola, goles, regates y corridas por la banda, mientras eran vigilados por sus padres.
De pronto, entró un despreocupado usuario, con un perro Pitbull, grande, de unos 60 kilos, que se fue inmediatamente contra el balón, el cual destruyó en dos segundos.
Todos se quedaron pasmados y alarmados ante la furia del animal. Tras el reclamo de sus padres, inocentemente dijo que ahí no decía en ningún rótulo que era prohibido ingresar perros.
Existen principios de sentido común: más a menudo de lo que quisiéramos, que los noticieros y periódicos nos informan de niños masacrados por perros prácticamente salvajes, que no tienen el cuido responsable de sus dueños. Esta semana, la joven Ganeza Valverde fue víctima de un perro enfurecido que, frente a los transeúntes, la atacó y mordió en varias partes del cuerpo.
Las leyes deben resolver estos asuntos, pero, antes de que haya víctimas, debe primar la prudencia. El dueño del perro que lo saca a pasear, socializar, debe hacerlo previendo peligros inminentes. No hay perros mansos genéticos. Todos pueden reaccionar agresivamente. En Costa Rica, nadie puede alegar ignorancia de la ley.
Desde hace años, se promulgó el Reglamento para la Reproducción y Tenencia Responsable de Animales de Compañía, Decreto No. 31626-S, publicado en La Gaceta No 266, del 6 de febrero de año 2004.
Este decreto ordena la crianza, las previsiones, la participación de la policía y del Colegio de Veterinarios, y hasta el decomiso y eutanasia de mascotas peligrosas o dañinas.
Pero lo que quiero resaltar es la obligación indeclinable ordenada por el decreto en su artículo octavo.
”El encargado, dueño o no, debe ponerle correa y bozal al animal al circular en público”, para evitar accidentes indeseables.
Si la ley se cumpliera, nos hubiéramos evitado muchas lesiones, sobre todo en menores, que han sido mordidos en la cara y extremidades, algunos con graves secuelas.
La policía administrativa, pero sobre todo la Policía Municipal, debería estar atenta, al recorrer las calles de cada cantón, de que los amorosos dueños de perros cumplan con las disposiciones sobre la materia, y muestren que el can tiene una correa para controlarlo, y su respectivo bozal.