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Opinión

Cena in blue

¿Me lo apunta? / Jaime Hernández

Rayó algo de zanahoria sobre la ensalada de lechuga, tomate, chile dulce y unos cuadritos de cebolla, agregó sal y pimienta, oliva y jugo de limón. Sí, unas aceitunas. Eso. Agitó la sartén con las papas salteadas sin abrir la tapa, faltaba el perejil, que ya tenía picado. Revisó la carne en el horno. Olía bien. Faltaban unos minutos. Corrió a la despensa y sacó el mantel de cuadros índigo y azul cobalto. Se acordó en qué viaje lo adquirió. Lo extendió sobre la mesa y con movimientos rápidos puso la mesa. Rápido, las servilletas de tela dobladas en rectángulo en cada plato. No le gustaban las dobladas en formas o en aro. Corrió por el candelero, puso una candela blanca ordinaria y quedó pensando: ¿la prendo o no? 

La arrocera sonó su campana por lo que corrió hasta allá y revolvió el arroz blanco con el tenedor. Papas. Agregó el perejil y la sal. Agitó aquello y apagó el disco. Miró la hora. Tenía minutos apenas. Se miró. What? Corrió por sus zapatos negros y debía recordar que aún vestía el delantal azul marino sobre su camisa blanca con las mangas arrolladas. Revisó la sala, dispuso por enésima vez los cojines. Trató de que no hubiera tanta cajita de películas. Mmmm. Imposible. Ahí quedarán. Si hay algo aquí son películas. 

Sacó la carne del horno. Olía estupendo. Tenía una lámina de papel aluminio listo para cubrirla. “No  toque la carne por 10 minutos, No se le ocurra” decía Bourdain. Acató a tiempo la regla de San Anthony. Servir, servir, servir. Pirex azul para el arroz. Pirex celeste para las papas. Platón blanco de hojas azul Tiffany para la carne. Ensaladera de madera con sus cucharas. 

Fue a la gaveta del bar y sacó un regalo envuelto en papel china color cielo y con una cinta blanca puesta a como él pudo, porque, caramba, eso era difícil. Lo puso sobre la mesa de los retratos, cerca de la mesa de comedor. Listo. No. Ahora trinchar la carne, servirla y agregar la salsa. Diantre. Se ve bien. A la mesa. 

Corrió otra vez, en esta ocasión hasta el bar. Sacó la botella de chianti y la abrió con el tirabuzón de mango rojo que una colega le prestó hace 20 años y nunca devolvió. Mientras aquel vino respiraba dispuso las copas azuladas. Ya.

Se sentó un instante en la cocina. Pensó en los muchos años en que hacer todo esto era un trabajo imposible. Todo lo que tuvo que aprender para hacer tan fácilmente esta cena, postre de pain perdu incluido. 

Abrió puertas y ventanas para ventilar la casa. Llovía y el jardín se veía lindo iluminado en la noche. 

El anuncio de la llegada llegó por Whatsap, con sangre fría se quitó el delantal, se miró en el espejo de los abrigos y se sentó en el bar y tomó un trago de whisky. Y, sí, encendió la candela. Un carro pitó frente a la casa.

¿Qué? ¿Pensaron que algo saldría mal? ¿Por qué? A veces las cosas salen a pedir de boca.

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Martes 17 Julio, 2018

HORA: 12:00 AM

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