Dan seguridad y necesitan tener buenas condiciones
En algún momento de nuestra vida, por una u otra razón, hemos necesitado la ayuda de un oficial de la Fuerza Pública representada en esos hombres que a diario se arriesgan por protegernos.
Tomando en cuenta la importancia de su labor, deberían contar con las mejores condiciones para realizar su trabajo, sin embargo todo esto es una utopía pues más bien a veces laboran con las uñas. Eso cuando les va bien, porque hay otros que ni cuentan con los requerimientos mínimos.
Prueba de ello son las condiciones en que están 42 delegaciones de diferentes lugares del país, a las cuales ya les cayó el Ministerio de Salud para darles un ultimátum. Nos preguntamos: ¿Si las cierran, dónde se van a meter estos policías y cómo van a hacer para realizar su trabajo?
Lo más preocupante de este tema es que la mayoría de las instalaciones que dan problemas son lugares alquilados; entonces, no entendemos por qué no buscan otro sitio que sea más apto.
¿O será que los amarra algo más que un contrato? Esperamos que tengan claro que estos quedan disueltos cuando alguna de las partes no cumple con los puntos establecidos.
Por lo cual, no habría que seguir pagando por un edificio que no tiene ni las condiciones mínimas.
Ante estos escenarios, ojalá no le estén haciendo el cachete a alguien que se dedica a dar edificaciones en ruinas para solo recibir…
Además, como señala el dicho, quien paga manda. ¿Cómo es posible que se desembolse un alquiler a tiempo y no se les pueda pedir a los dueños de las edificaciones que las arreglen?
Para nadie es un secreto que esas instalaciones, además de estar en malas condiciones, cuentan con la presencia de plagas y roedores, los cuales pueden provocar problemas de salud en quienes laboran ahí.
En muchas hay hasta criaderos de dengue; seamos claros: o los policías cuidan a la ciudadanía o están en el techo destaqueando canoas para que no se llenen de agua.
En cuanto a los roedores la problemática se complica por los alimentos. Se encuentran las bolsas comidas, con olor a orines y algunos están muertos.
Lo peor del asunto: los productos están contados, si se bota alguno implica no comer en varios días.
O sea, esto quiere decir que por esas mismas situaciones se enferman los oficiales, se incapacitan y después hace falta personal, hecho que agrava la situación en muchas partes del país donde hay escasez de uniformados.
Ojalá las autoridades de Seguridad tomen cartas en el asunto y pidan explicaciones a los dueños de los edificios para que los arreglen. Se paga mucho dinero y necesitamos las mejores delegaciones para nuestro bienestar.
Lo malo de todo esto es que quienes pasan hambre y penurias precisamente son aquellos hombres y mujeres que tienen el deber de velar por la seguridad de toda la población costarricense.
Y si viven de tal manera, ¿cómo les vamos a exigir dar el 100%.
Este es un problema que no puede ser ajeno a ninguno de nosotros; si ellos no están bien, nuestra calma y la de nuestras familias tampoco lo están.
De ahí la premura por buscar recursos y tenerlos en lugares aptos para cumplir con sus labores.
