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Opinión

Diputados salgan por la puerta del frente

Editorial

Definitivamente hay conductas inaceptables, esas fueron las acaecidas la tarde del miércoles en el plenario legislativo, cuando se votaba la moción de vía rápida para el proyecto Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, expediente No.20580.

Lo que esperábamos presenciar como un debate legislativo de altura, enmarcado en el respeto y la honestidad -con ello no decimos que no exista confrontación y discrepancias verbales, pues se trata de los padres de la patria-, literalmente terminó en un pleito callejero. 

“La gradería de sol se metió a la Asamblea”. Esa frase del reconocido periodista y político Alberto Cañas Escalante se hizo realidad. 

Ver el berrinche de Jorge Arguedas, diputado del Frente Amplio, verdaderamente impacta, desencanta aún más a los ciudadanos. 

No es para menos, reventar un vaso lleno de agua contra el piso no es más que una insolencia. Si bien el congresista trata de justificar tal acción ante el enojo de la aprobación de la moción, lo cierto es que implica un irrespeto total a su investidura, a la de sus compañeros y a los costarricenses.

La violencia nunca puede ser vista como una respuesta válida y menos encontrará asidero en la curul de ningún legislador, por más enojado que esté. Existen los mecanismos internos y externos al Congreso para contrarrestar decisiones al parecer ilegítimas, para censurar comportamientos equívocos, para sancionar la violación al reglamento, pero eso de lanzar vasos al piso es simplemente un berrinche. 

Son esos comportamientos los que siguen alimentando el descontento y el irrespeto hacia los señores diputados, son esos eventos dentro de la Asamblea Legislativa los que ponen a estos funcionarios en la lista de los peor calificados. 

Quien dice lo que quiere, oye lo que no quiere. Pues bien, este refrán se puede aplicar a este caso y al comportamiento de otros congresistas que esa misma tarde pegaron gritos, ofendieron y hasta golpearon mesas. Ahora que hagan frente a las consecuencias, a la denuncia penal que se tramita en el Ministerio Público. 

La discusión legislativa debe ser rica en criterios y fundamentada, debe dignificar el ejercicio de la democracia, pero ante todo debe ser responsable, y aunque los ticos somos unos morbosos al replicar el video del zafarrancho en el Congreso, la verdad nos sentimos molestos porque esos no son los representantes del pueblo que queremos. 

Para defender ideas no es necesario ejercer la fuerza, mentar la madre o gritar, eso demuestra la incompetencia, la falta de razón, la incapacidad de controlarse y no le viene bien a nadie, menos a los padres de la patria, los llamados a dar el ejemplo. 

Pero el regaño abarca a los congresistas que se valen de tretas para manipular, entorpecer, obstaculizar el curso normal y legítimo de las gestiones en la Asamblea.

Lo que sucedió el martes en el trámite de levantamiento de la inmunidad del magistrado Celso Gamboa es la muestra del descaro, del abuso de poder. ¿Por qué decimos esto? Porque hablar media hora de la inmortalidad del cangrejo para suspender una decisión trascendental le hizo un flaco favor al país.

No se supone que todos quieren llevar a buen puerto las investigaciones penales y administrativas que pesan sobre Gamboa, no es que todos se rasgaron las vestiduras en la comisión especial pidiendo mano dura para los involucrados en el caso Cementazo y colaterales, ¿entonces para qué tanta trama? 

¿Cuál es el miedo a votar públicamente? ¿Qué deben o qué temen? Parece que esto va más allá de lo que indica el reglamento. Los secretismos son nefastos y por décadas le han hecho un daño terrible al país. 

De cara a una segunda ronda den la confianza a los ciudadanos, den el ejemplo de la trasparencia. 

¡Cuánta razón tiene el señor padre del diputado Rafael Ortiz al decirle a su hijo que debe salir por la puerta del frente! Esa debe ser la actitud y el pensamiento de los 56 diputados restantes, dignificando el cargo. Sin embargo hay muchos que la verdad pasaron sin pena ni gloria; como se dice popularmente, llegaron a calentar el asiento y gastarse la plata del pueblo. 

Que lo diga el legislador Humberto Vargas, el representante del PUSC que dejó la silla vacía hace meses. Es el gran ausente en el plenario, se le olvidó el voto de confianza recibido en 2014. El campo de este señor debe tener telarañas, pero la ley no permite reemplazarlo, como sí sucede con quienes renuncian. Don Humberto no picó leña ni prestó el hacha.

Estos actos son los que siguen sembrando dudas en los costarricenses, en el electorado, son los que lesionan a la democracia más antigua de América Latina y deterioran la imagen de los servidores públicos de elección popular, pero sobre todo los que le dan bofetadas en la cara a Costa Rica. 

Señores salgan por la puerta grande, no se sumen a la lista de legisladores innombrables.

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Viernes 02 Marzo, 2018

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