Pese a las detenciones que hicieron las autoridades judiciales la mañana de este martes para desarticular una banda dedicada a introducir teléfonos celulares y droga a diferentes centros penales, aún queda por detener gente que se dedica a ese ilegal y lucrativo negocio.
DIARIO EXTRA estuvo en una vivienda donde se reúnen los miembros de la agrupación y conoció detalles de la operación que realizan todas las semanas, que no puede tener ni un despiste para que el encargo “sea coronado”.
La que lleva la voz cantante es una extranjera cuya identidad nos reservamos, quien por motivos de seguridad detalló cómo se juegan el pellejo cada vez que llegan al centro penal, donde las espera uno de los líderes de ámbito.
“Utilizamos papel carbón, un pedazo de tape (cinta adhesiva) que se coloca en el contacto del celular para que no sea rastreado por el detector que usa la paca, luego lo envuelve y sella con la cinta.
Luego lo meto en dos condones (para que no se rompa), se le hace un nudo y se introduce en la vagina, dejando una parte guindando para posteriormente jalarlo para que salga cuando llega a su destino”, explicó.
Esta mujer agrega que cuando necesita dinero lo hace hasta tres veces por semana, donde trabaja con otra persona.
“Desde que salgo de la casa me lo meto, de camino a la cárcel se va acomodando. Entre más grande sea el aparato, más caro cobra uno. En algunos casos me ayuda la paca.
El jachudo es el que da el permiso para que otro reo tenga celular y le tiene que meter uno, siendo este el primero en burlar la seguridad. Por la metida se cobra ¢100 mil como mínimo, no existen terceras personas”, detalló.
NERVIOS DE ACERO
La extranjera asegura que son tantas las veces que ha hecho esa ilegal jugada que no le da frío ni calor. La vivienda donde habita la conocen como “La casa de los sustos”.
“Llego, entrego cédula, paso el caracol, entro a la requisa normal, salgo, llego a la requisa de comida y hasta me quedo hablando con la gente de seguridad. Los fines de semana metemos en la mañana y en la tarde. Cuando logramos coronar nos ganamos hasta ¢1 millón por fin de semana, más droga que metemos luego que le den la galeta”, añadió.
Estas personas, a quienes se les conoce como “burras”, agregan que cualquier ámbito es bueno.
“La mayoría de clientes llega a la casa y paga la mitad hasta en dólares y por adelantado; si no pagan, no se da el encargo. Ahora los teléfonos son grandes, por lo que han pagado hasta ¢400 mil por un P10.
En ocasiones se pone a personas adictas con pocos puros para que ‘se caiga’ y pueda pasar ‘el barco’ grande”, comentó.
Fuentes cercanas a la investigación informaron que una de las detenidas es una exprivada de libertad que está embarazada de un recluso que aprovechaba que no le pasan los rayos X para meter la galeta.
El Periódico de Más Venta en Costa Rica supo que estas personas se embolsan alrededor de ¢6 millones por año introduciendo celulares y sus accesorios, que esconden en el ano cada vez que la policía penitenciaria realiza una requisa.
No se descarta que algunos funcionarios de Adaptación Social estén involucrados en el ingreso de droga y aparatos electrónicos a las celdas.
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CRÉDITOS: Fotos: Francisco Herrera
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Miércoles 07 Febrero, 2018
HORA: 12:00 AM
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