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Opinión

La crisis judicial: ¿normalidad de lo anormal? (I)

DIÁLOGOS SOBRE JUSTICIA / Rolando Vega Robert

En los últimos días, DIARIO EXTRA ha venido publicando interesantes entrevistas realizadas al Presidente de la Corte y a varios magistrados que integran ese órgano de gobierno judicial. En la última de dichas entrevistas, que se publicó el viernes pasado, el jerarca de la Corte afirmó abiertamente: “estamos en una crisis”.

Sin temor a equivocarme, es la primera vez que un Presidente de la Corte tiene la valentía y la sensatez de encarar al pueblo y hacer una afirmación de ese calibre, aunque fuera un secreto a voces en la opinión pública. Lo celebro de manera efusiva, porque me parece que es el principio de un proceso de aceptación a la autocrítica y a la reflexión a lo interno del Poder Judicial. En lo personal, he esperado con ansias esa actitud desde hace muchos años.

Cuando tuve el honor de ejercer la magistratura durante casi catorce años, hice la misma afirmación muchas veces en la Corte Plena. Pero en aquellos momentos expresar que el Poder Judicial estaba en crisis, era casi motivo de linchamiento en la Plaza de la Justicia. Obviamente, una posición autocrítica desde la propia magistratura no era bien recibida y la respuesta era el silencio total, o simplemente la negación absoluta a la realidad. Era preferible vivir de tiempos pasados como si fueran presentes.

Por esa razón, al hacer eco de las declaraciones del Magistrado Presidente, don Carlos Chinchilla Sandí, me parece muy importante dimensionar históricamente la crisis del Poder Judicial. Desde mi punto de vista, los acontecimientos de los últimos meses a raíz del caso del Cementazo, simplemente evidenciaron de forma más pública y visible algunas de las debilidades que han venido ocurriendo en el Poder Judicial desde hace bastantes años. Algunas más graves que otras.

Desde esa perspectiva, pienso que, ante todo, debemos dimensionar los alcances del concepto o definición de lo que significa la palabra crisis para poder proyectarla a la realidad del Poder Judicial. Cuando se habla de crisis institucional, significa que se está en presencia de cambios profundos en la realidad y de consecuencias negativas importantes. Se alude a síntomas o patologías de “enfermedades” que se intensifican y que pueden llegar a afectar de forma muy sensible a una organización.

Siguiendo esa línea conceptual, sostener la afirmación de que existe crisis en el Poder Judicial implica tener que hacer precisiones sobre sus causas, manifestaciones y alcances. El abordaje no es fácil, por supuesto. Estamos frente a una organización grande y compleja, integrada por casi 15 mil servidores y por muchos órganos que tienen su propia estructura, funcionamiento y con jerarquías desconcentradas. Por ejemplo, el Ministerio Público, la Defensa Pública y el Organismo de Investigación Judicial.

Considero que, para poder profundizar en el análisis y estudio de la crisis judicial, al menos debemos partir de dos vertientes básicas que engloban una importante cantidad de problemas o situaciones de hecho. Por una parte, el tema del gobierno y administración; y por el otro lado, todo lo relacionado con la calidad de los servicios de justicia que se le brindan a la ciudadanía y que se caracterizan en general, por una mala gestión y tiempos de respuesta exagerados.

En las próximas columnas, entraremos al análisis puntual de esos temas que implica tener que hablar de la ineficiencia de la Corte; del trabajo cotidiano de los magistrados; de las elecciones internas para las presidencias y jefaturas de los distintos órganos; de las luchas de poder internas regidas por mucha mezquindad; de la falta de humildad en muchos servidores judiciales; de la pérdida del señorío y del sentido de pertenencia institucional; de la corrupción galopante; del tráfico de influencias; de los nombramientos a la magistratura; de la ausencia todavía de un sistema de evaluación del desempeño para los servidores; de la poca tolerancia a la autocrítica; de la falta de capacidad para el trabajo en equipo; del problema de algunos disvalores en la cultura institucional; de la cantidad de proyectos y de fondos gastados sin resultados concretos; de los graves problemas de planificación y planes estratégicos de puro papel; de los elementos distractores de las verdaderas responsabilidades como los viajes sin interés institucional real, en fin… de una cantidad importante de temas que mucho más allá de los últimos acontecimientos, han formado parte de una realidad histórica que ahora por fin se reconoce como “crisis judicial”.

Muchos de los temas señalados son añejos. Ha existido, por consiguiente, una crisis oculta. Muchos de esos hechos, totalmente anormales, se han visto institucionalmente como normales. Ese es el fenómeno de la normalidad de lo anormal que es muy común en las organizaciones que viven en estado de negación absoluta de su realidad y con patologías avanzadas y pretendidamente ignoradas.

Pero hay que rescatar hoy una luz de esperanza con la apertura y la autocrítica que nos anuncian los señores magistrados del Poder Judicial. Ello debe ser motivo de alegría en estos momentos históricos en los que en nuestro país cuesta creer en algo. Definitivamente, hay que apoyar esos esfuerzos institucionales en los que la ciudadanía debe estar muy presente y participativa. Continuaremos con el tema, Dios mediante, la próxima semana.

Como siempre, muchas gracias por ser parte de estos “Diálogos sobre Justicia”.

 

* Ex Magistrado de la Corte Suprema de Justicia

Socio Fundador de Decálogo Abogados

[email protected] / Facebook: dialogossobrejusticia

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 22 Enero, 2018

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Rolando Vega Robert* / [email protected] / Facebook: dialogossobrejusticia

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