Edgardo Araya les debe respuestas a los vecinos desempleados de Crucitas
Felipe Guadamuz Flores / ANFE
Ha salido recientemente una noticia preocupante con respecto al aumento en la inseguridad en la zona de Crucitas, donde Industrias Infinito Gold se habría establecido para llevar a cabo la extracción de oro en la zona, y que por la acción de los grupos ambientalistas de izquierda no se dio. Quienes instigaron e intervinieron para que la minería no se diera en la zona deberían proporcionar soluciones a la falta de empleo e inseguridad y, siendo que Edgardo Araya intervino a favor de la no minería a cielo abierto, lo mínimo que podría hacer como candidato a la presidencia de la República es brindar soluciones para el problema que ayudó a crear.
El Ministerio de Seguridad Pública, uno de los más importantes, cuenta con un presupuesto mínimo y a los oficiales de la Fuerza Pública se les pagan salarios prácticamente de hambre. Curiosamente se alega que no hay dinero para reparar y renovar las delegaciones policiales y no hay dinero para reparar las patrullas que se pudren en los patios de esas delegaciones, pero en apariencia sí lo hay para pagar supuestos sobreprecios por centros de mando móviles que al parecer podrían conseguirse a un precio mucho menor en las tiendas de venta en línea, a esto agréguesele el silencio de Gustavo Mata, ministro de Seguridad, y se podrá entender por qué los coligalleros hacen de las suyas en Crucitas. No obstante, es de felicitar la labor de protección de los policías en la zona, y la felicitación se extiende a los policías, no al ministro que ha realizado una muy deficiente labor como jerarca de la cartera de Seguridad Pública.
Otro que le ha quedado debiendo a la ciudadanía ha sido el Ministerio de Gobernación, al cual se encuentra adscrita la Policía Profesional de Migración y Extranjería, pues tanto la Dirección General de Migración y Extranjería como la policía migratoria no han hecho el trabajo que la ciudadanía esperaría. Uno de los principios del Estado liberal es la protección de los ciudadanos, cosa que hemos visto a lo largo de varias semanas que no se ha dado, por el contrario, cerramos el 2017 con las cifras más sangrientas de la historia moderna del país, y las deportaciones de estos coligalleros deben darse después de que sean puestos a las órdenes de las autoridades y procesados penalmente por el robo de oro.
Es cierto que se debe proteger el medio ambiente y que la labor de las organizaciones ambientalistas debe ser velar por que esto se dé, sin embargo quien realiza una crítica debe proponer una solución también. Ni Edgardo Araya, ni su grupo de ambientalistas han hecho por dónde para brindarles soluciones reales a los habitantes de Crucitas, que no solo se quedaron sin empleo sino que ahora deben lidiar con el matonismo y delincuencia de los coligalleros extranjeros que vienen a robarse el oro nacional. La complicidad también puede darse por omisión y Edgardo Araya, como aspirante a la presidencia y promotor de la cruzada en contra de la minería a cielo abierto de una transnacional norteamericana, tiene el deber moral de actuar con el mismo ahínco y esfuerzo contra los coligalleros, si no lo hace demostraría hipocresía y pérdida de credibilidad.
Ahora bien, el caso de Edgardo Araya se cita individualmente por haber sido uno de los instigadores para que el proyecto de minería de Crucitas no se diera, sin embargo ninguno de los otros candidatos se ha pronunciado al respecto de manera debida. Quizás Curtis de San Carlos no sea una zona urbana con un caudal electoral suficiente para que defina una elección, sin embargo a esas personas les arrebataron la oportunidad de tener un empleo y llevar un plato de comida a la mesa por el chovinismo existencial de ciertos individuos que consideraron que las necesidades mínimas de supervivencia de un pequeño pueblo no eran lo suficientemente importantes como para que pudieran comer todos los días.
Bien podrían decir aquellos que lucharon contra Crucitas que no es cierto el hecho de que no les interese el bienestar de las personas en la zona, puesto que para ello libraron una lucha encarnizada en tribunales y ante la opinión pública para protegerles. En cuanto a este aspecto, es innegable que sí les importó el tema de la salud de las personas en la zona, pero tampoco fue del todo porque de haberles importado al nivel que nos quisieron hacer creer a la ciudadanía que les preocupaba el bienestar de los vecinos de la zona, habrían realizado propuestas alternas de empleo y no solo propuestas, hechos claros y contundentes de llevar a cabo proyectos que permitieran a las personas de esas zonas emplearse.
En una ocasión anterior se dijo que el movimiento ambientalista es una noción liberal y no de la izquierda. Los liberales debemos tomarnos muy en serio el tema ambiental porque vivimos en un planeta que no podemos abandonar. No obstante, cuando defendamos al ambiente debemos hacerlo pensando en el interés general, pero también en el de las partes interesadas que podrían verse afectadas de una u otra forma y, si vamos a criticar, presentemos soluciones. En la crítica que le hacemos a Edgardo Araya le damos la solución de que él brinde una solución real al problema de Crucitas, de lo contrario su eventual inacción implicaría pensar que nunca le importaron las personas de la zona sino satisfacer otros aspectos ajenos al bienestar de los habitantes de Cutris de San Carlos.
