¿Educación gratuita y de calidad?
Editorial
“Educar no es solo dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Pitágoras
Costa Rica es reconocido en el mundo por destinar el porcentaje mayor del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación.
Actualmente, el Gobierno destina un 7,86% del PIB a la educación, cerca de ¢2,3 billones, a esa suma se le incluye la transferencia al Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) y el 2,9% del PIB que los hogares invierten en educación privada.
Hemos concebido la idea que la preparación académica es fundamental para nuestras generaciones, teniendo más de 75 mil docentes en servicio de centros educativos públicos a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, de costa a costa y de frontera a frontera.
La premisa es educar para el progreso, desarrollo nacional y bienestar social. Todos estamos comprometidos con ese ideal, pues desde pequeños se nos ha inculcado que “la educación es al hombre lo que el molde al barro. Le da la forma”, como muy atinadamente lo dijo el padre Jaime Balmes, filósofo, teólogo y apologista español.
Pero bajo todos estos conceptos y pese a la buena imagen que nos caracteriza en este tema y sabiendo que se trata de un mandato constitucional, las cosas no están caminando tan bien como deberían.
Veamos algunas cifras. Estudios nacionales revelan que en Costa Rica hay cerca de 500 mil jóvenes que solo poseen bachillerato de secundaria y peor aún, 600 mil únicamente sexto grado.
Entre 15 y 35 años, solo 88 mil terminaron estudios universitarios. ¿Entonces?, estamos como el cangrejo, caminando para atrás y sin buscar remedios.
La Carta Magna es clara, el artículo 78 de la Constitución Política determina que “la educación preescolar y la general básica son obligatorias”, pero últimamente es evidente que eso no se cumple del todo y cuando hablamos de calidad hay serias deficiencias.
La educación escolar y la diversificada en el sistema público son gratuitas y costeadas por el Estado. El ente encargado de supervisarla es el Ministerio de Educación Pública (MEP).
Pareciera que la voluntad del legislador fue que ningún niño y adolescente se quedara sin ir a las aulas y menos por motivos económicos, entonces dispuso que no hubiera costo; sin embargo, esto no ocurre en muchas comunidades pobres del país, donde estudiar con hambre no es factible y primero está el trabajo para mantener a la familia.
La realidad es otra, hay miles de menores que no tienen oportunidad de asistir a un salón por razones varias; hay escuelas y colegios que cobran matrícula pese a las indicaciones del MEP, pero nadie supervisa eso, hay que visitar en estos días los centros para escuchar más de una historia que violenta el derecho a educarse gratuitamente y con calidad.
Otro aspecto que está limitando tal disposición constitucional es el costo de los uniformes, incluidos zapatos y medias, camiseta y pantaloneta de educación física. Es inconcebible que a sabiendas de la existencia de familias con recursos bajos, esa sea una obligatoriedad cada año que parece difícil de cumplir.
Y ni qué decir de los famosos bailes de graduación que parecen ser de gente de la high class, pues siendo centros públicos los comités organizadores cobran sumas astronómicas por la noche "mágica" a la que todos tienen derecho de asistir sin importar condición económica, pero algunos se quedan en sus casas por no poder pagar.
Asimismo, están los recintos para estudiar, de 103 nuevas escuelas y colegios para los cuales se destinaron miles de millones de colones, este gobierno solo levantó y remodeló 2 unidades.
El dinero está ocioso, no pudieron lograr la meta y los estudiantes de los lugares más pobres del país siguen recibiendo lecciones bajo el palo de higuerón, con paredes de bolsas y techos improvisados. Sin agua potable ni baterías sanitarias decentes.
Entonces es excluyente. Dicen que la educación en este país es gratuita, pero parece que no, la inversión que muchos padres deben hacer cada fin y principio de año es en gran parte desproporcionada.
De qué vale un aula, un pizarrón y un pupitre si hay cientos de niños y niñas que por sus escasos recursos no pueden tomar un bus para ir a la escuela, que no poseen un uniforme o más cruel, que no tienen cuadernos ni libros.
Las becas se diseñaron con el fin de soportar esas carencias, pero bueno, la experiencia nos dice que muchos de esos dineros caen en manos de quienes menos los necesitan, dejando al garete alumnos potenciales.
Pues la verdad esto es bastante absurdo, no debería haber inconveniente para estudiar. Entendemos que la ley es clara al indicar que no habrá cobros en la educación y los demás son factores externos, pero esos elementos suman al momento de mandar un hijo a educarse.
Los estudiantes y sus padres no pueden verse en aprietos por cuotas de matrícula, de mantenimiento de infraestructura y menos por uniformes, bien lo señala el dicho "el hábito no hace al monje" y el ministerio tendrá que comprender que hay zonas del país donde ir descalzo, con pantalones cortos y camiseta jamás será un impedimento para entrar a un salón de clases y formarse.
En Costa Rica la educación tiene que replantearse, urge una reforma estructural profunda, vivimos en un espejismo y para ser sinceros la calidad ha desmejorado.
Nos hemos preocupado por seguir en las primeras listas de las estadísticas mundiales, pero quitamos el dedo del renglón y no solo nuestros niños y adolescentes están saliendo mal formados, sino además con una carencia de valores éticos y morales que asombra.
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
EMAIL: [email protected]
Lunes 11 Diciembre, 2017
HORA: 12:00 AM
SIGUIENTE NOTICIA