Boicot contra DIARIO EXTRA
Editorial
Desestabilizar, debilitar, boicotear. Cualquiera que sea el sinónimo, resulta imperdonable, con mayor razón si se trata de acciones tendientes a limitar medios de comunicación y a sus periodistas, pero más aún cuando buscan ocultar comportamientos impropios ante los ojos de la ciudadanía.
Eso no se permite, ni tan solo se piensa, comprende una acción propia de los regímenes abusivos, una práctica común de los nazis, fascistas, comunistas y ahora hasta de los terroristas: cercenar el derecho a la información, invisibilizar la corrupción posesionándose de los contenidos editoriales, al comprar medios o castigarlos.
No se trata de golpear a una empresa periodística solamente, las presuntas acciones que pretendían ejecutar el Banco de Costa Rica y JCB tenían como objetivo boicotear el derecho de los ciudadanos a conocer información veraz, fidedigna, de interés público.
La pretensión de debilitar a este medio iba más allá de la sola mala intención de quitarle la publicidad como medida para presionar, o de abarrotar el diario con derechos de respuesta, que la ley lo ampara; se esperaba ocultar y desprestigiar una investigación seria de actos anómalos que las autoridades seguían de cerca en un ente público.
Ahí está el detalle, se trata de un banco estatal con personal pagado mediante fondos públicos y que maneja el dinero de miles de ciudadanos, del Gobierno y otras entidades.
Tramar un descrédito a publicaciones que están respaldadas y hoy mantienen en la cárcel a varios trabajadores públicos y un empresario por orden de un juez de la República es querer tapar el sol con un dedo, más gravoso se torna pretender engañar a los costarricenses tratando de comprar conciencias y fingir verdades.
Sabemos que la administración de justicia tiene la última palabra y desde la trinchera del periodismo informamos hechos públicos y notorios que la Policía investigaba.
Cuando los medios de comunicación saben cuál es el papel que desempeñan en la sociedad, no tienen intereses particulares, no pactan con políticos ni empresarios y denuncian la corrupción sin temor a nada ni a nadie, por lo que obviamente se convierten en la piedra en el zapato para algunos sectores de poder.
Salir a la luz pública diciendo que funcionarios y empresarios reconocidos podrían estar metiendo la mano en los dineros del Estado con el consentimiento de instituciones y sus jerarcas es escandaloso y a la vez genera reacciones incómodas, resistencia, hasta amenazas. Eso ya lo sabemos, pero jamás nos detiene.
Sabemos que las denuncias con nombres y apellidos que involucran a los poderosos promueven los peores rencores contra los medios de información y, aún con toda la prueba y evidencia a nuestro favor, hay quienes osan desacreditar, intimidar y censurar el trabajo profesional.
Pero bien se dice que “entre cielo y tierra no hay nada oculto”. Siempre hay personas honestas que se resisten a caer en el abismo de la incompetencia, el delito, la sinvergüenzada, el descaro y el desprestigio, quienes se arman de valor y denuncian sin temor.
DIARIO EXTRA es hoy, una vez más, el blanco de trucos, de patrañas por parte de los poderosos denunciados, que se resisten a verse vencidos, descubiertos, expuestos.
Qué duro, porque no se trata de un invento. La Fiscalía encontró en la oficina de la Gerencia del Banco de Costa Rica, precisamente en el escritorio de Mario Barrenechea, un documento que mostraba un plan estratégico para debilitar a DIARIO EXTRA y posicionar con dineros públicos a un funcionario cuestionado.
No pensaron jamás en la institucionalidad, en lo que implicaba generar acciones tan mafiosas y no repararon tampoco en pensar que otros medios de comunicación podrían unirse a sus objetivos perversos.
Se dieron el tupé de gestionar listas de prestigiosos comunicadores con la intención de comprar espacios, pautarles y a la vez perpetrar desde esos medios un descrédito contra El Periódico de Más Venta en Costa Rica. No dudamos jamás de la integridad y honorabilidad de esos colegas.
Esos documentos en la oficina de un alto funcionario bancario son dinamita pura, pero acá saltan más interrogantes: ¿cuál de los tantos asesores en comunicación que contrataron en el BCR, pagándose una millonada en los últimos dos años, fue la mente criminal? ¿Qué clase de profesional es capaz de gestar abusos de esta índole que golpean la democracia?
¿Fueron el gerente y los subgerentes los encargados de planificar el debilitamiento de un medio? ¿Tanto susto les daban nuestras informaciones?
¿O sería desde la misma Junta Directiva, ahora suspendida, que se promovió ese intento de descrédito? Pues para nadie es un secreto la molestia que sentían por quedar en evidencia.
Usaron efectivamente dinero del erario público para hacer campos pagados defendiéndose de las denuncias, eso resultó más que evidente. Buscaron espacios en programas de radio y TV para hablar del buen desempeño del BCR y de seguro eso tuvo un costo, que asumimos todos los ciudadanos.
Está claro que ejecutaron el plan, hicieron memes semanales, buscaron abogados para analizar demandas, movieron cielo y tierra para sepultar verdades, pero no pudieron.
Porque, para verdades, el tiempo. Sin importar cómo termine esta historia en manos de la justicia tica, golpear a la prensa nacional desde la institucionalidad es un paso rastrero que nos afecta como país y nos lleva a ver las dimensiones del deterioro que estamos afrontando.
Solo nos resta confirmar nuestro compromiso de trabajar íntegra y dignamente, sin tapujos, sin miedos. DIARIO EXTRA lleva 39 años de denunciar hechos inaceptables, de informar a los ciudadanos con la verdad, aunque esta incomode, y eso no variará pese a intimidaciones, amenazas o limitaciones.
