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Opinión

El resurgimiento del racismo y la intolerancia

Gloria Bejarano Almada

“Este país, precisamente por lo que representa, no avalará su conducta”. Con estas palabras el presidente Ronald Reagan, en 1981, censuró el comportamiento racista de algunos grupos supremacistas en los Estados Unidos, señalándolos como personas que seguían adheridas a un racismo sin sentido y a prejuicios religiosos.

Casi cuarenta años después, cuando la mayoría de nosotros creíamos que las manifestaciones de odio y ofuscamiento en contra de otras personas por su forma de pensar o por el color de su piel habían perdido fuerza, vuelven a resurgir con inexplicable ímpetu.

Alrededor del mundo son muchos los que siguen cultivando este tipo de creencias, más de los que creemos, más de los que vemos, más de los que quisiéramos que hubiera; pero ahí están, esperando el momento para hacerse ver, sentir e imponer sus dogmas.

Cada pueblo debe ser capaz de evitar que ese momento se produzca: ese momento en el que la razón pierde su espacio y la locura se apodera de los hombres. Ese momento en el que los individuos dejan de pensar y son arrastradas a actuar con violencia, odio y fanatismo. Ese momento en que se deja de ser persona para convertirse en parte de una muchedumbre sin rostro, sin conciencia ni valores, capaz de agredir, atacar, asaltar y hasta matar.

Ese momento, por su parte, se construye, no surge de un día para otro. Se alza cuando los pueblos pierden su capacidad de tolerancia, cuando se empodera a aquellos cuyas actitudes racistas son disimuladas o alentadas por líderes populistas que alimentan el odio en contra de aquellos que son diferentes por su raza, por su origen, por su situación migratoria, por su capacidad económica, por su posición política o social, por su preferencia sexual, por sus creencias, por su nacionalidad o por cualquier razón que los haga distintos a la generalidad.

En Costa Rica queremos creer que no tenemos prejuicios raciales o étnicos, que respetamos todas las creencias y somos tolerantes a todo tipo de pensamiento, pero la realidad es que bajo la superficie subsiste un sentimiento de xenofobia, un irrespeto hacia aquellos que tienen una preferencia sexual distinta a la tradicionalmente aceptada, una intolerancia por aquellos que piensan políticamente distinto y hasta un recelo contra aquellos que triunfan.

Todo lo anterior es materia prima para aquellos populistas que quieren surgir rápidamente y provocar una reacción en la población que les permita acceder al poder en las próximas elecciones. Pero cuidado, pues exacerbar ciertos prejuicios puede sentar la base de ese momento en que se pierde la razón.

Recordemos que ningún pueblo está exento de sucumbir ante el populismo y, por ajeno que parezca, Costa Rica corre el riesgo de caer en la trampa en que han caído otras naciones y que hoy viven la violencia irracional, el fanatismo, el odio racial, la intolerancia política y la pérdida de los principios que dieron origen a la democracia en las naciones libres de nuestro continente.

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Sábado 19 Agosto, 2017

HORA: 12:00 AM

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