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Opinión

¿Lagarteada o salvajada?

Rolando Portilla Pastor*

Hay tradiciones buenas y malas, costumbres buenas y malas. La conocida “lagarteada”, que se realiza todos los años en Ortega de Bolsón, en el cantón de Santa Cruz, por el maltrato animal que lleva implícito, constituye sin lugar a dudas una mala costumbre y una tradición negativa. Acosar, asustar, atrapar, amarrar un lagarto y trasladarlo a una pileta en el pueblo donde se le mantiene en malas y antinaturales condiciones durante horas no puede ser parte de una buena tradición, aunque se haya hecho durante 200 años y represente beneficios económicos importantes para la comunidad.

Sacar un animal salvaje de gran tamaño de su hábitat, y someterlo a un alto nivel de estrés, por más cuidados que se tengan, significa maltrato animal, y una buena tradición no puede nunca estar basada en el maltrato animal. No es difícil imaginar lo que una criatura de estas puede sufrir al verse perseguida y acorralada por decenas de personas, sacada a la fuerza de su cueva, amarrada y llevada hasta un sitio extraño, rodeada de gente y de gritos, donde la mantienen atada en una pileta durante horas. ¿Qué puede pasar por la mente de ese pobre animal durante todas esas horas de tortura? ¿Qué puede sentir un lagarto que requiere libertad, espacio, naturalidad, privacidad, al verse limitado y confinado de esa manera? ¿Cómo reacciona su organismo? ¿Qué daños o alteraciones internas temporales o irreversibles se producen en ese animal? 

Vale cuestionarse entonces el valor cultural que una actividad como estas aporta, su enseñanza y ejemplo para niños y jóvenes de todo el país. Me atrevería a decir, que, en vez de cultura, la lagarteada solo representa incultura, por ponerlo en términos más claros, constituye una verdadera salvajada. Significa además una práctica que no comulga para nada con nuestra vocación de país conservacionista, promotor del turismo ecológico y respetuoso de la fauna silvestre, la cual debe vivir libre en su hábitat, con la menor alteración humana posible. La comunidad de Ortega debería entonces aprender a apreciar y respetar los lagartos en su medio natural, alejándose de prácticas tan nocivas e insensibles como la lagarteada. 

Que la horrible y cruel muerte del lagarto en la pasada lagarteada sea el punto de inflexión que motive un cambio radical. Instamos en primer término a las autoridades competentes a eliminar o prohibir completamente esta actividad, en aras de la protección de la fauna, la imagen conservacionista del país y el fomento de valores de respeto y sensibilidad hacia la fauna silvestre en nuestras comunidades. 

La lagarteada podría reformularse y convertirse en un gran festival con carácter ecológico y de respeto hacia la fauna silvestre, con enfoque específico en el tema de lagartos, que involucre, entre otras actividades: observación de lagartos in situ, charlas educativas ambientales, venta de productos locales (comidas, artesanías) con enfoque ambiental, música ecológica, entre otras. Que la comunidad de Ortega llegue a ser reconocida a nivel nacional y mundial como un sitio que logró migrar de una actividad nociva y dañina para la fauna silvestre, hacia un lindo y ejemplar festival ecológico ligado a la protección y respeto de una especie milenaria como son los lagartos. Un cambio positivo, que solo beneficios traería para la comunidad, la fauna silvestre y el país. 

 

*Ingeniero Civil. M.Sc. en 

Manejo de Cuencas Hidrográficas

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Sábado 03 Junio, 2017

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