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Opinión

Artes marciales y los equilibrios de la vida

Verónica Vargas*

Queramos o no la vida nos convierte en peleadores. Vivimos situaciones que nos hacen caer, unas más que otras, y está en nosotros volver a levantarnos. Es difícil, nadie lo puede hacer por nosotros. Estas situaciones nos ayudan a forjan el carácter, nos fortalecen.

Albert Einstein dice: "La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar superado. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia."

Soy Verónica Vargas, soy farmacéutica y peleadora de MMA. Me caracterizo por ser una persona que forja su propio camino. No hay ningún farmacéutico en mi familia, y como dijo mi papa un día: "Sos la primera Vargas de esta familia que va por la bolsa en una pelea". Una extraña combinación, sin embargo tiene su explicación. 

Mi vida siempre fue muy feliz y tranquila. En la escuela estuve muy enfocada en el deporte, básquetbol y fútbol más que nada. Buenas notas, buenos amigos. En el colegio me mantuve haciendo deporte, empezaron las fiestas, empecé lo que sería una vida social envidiable. Me hice novia del que me gustó siempre. A mis 17 años me consideraba una persona exitosa. Tenía todo lo que siempre había querido. Entré a la universidad y las cosas se empezaron a complicar. Terminé con mi novio de 2 años, y peor aún, mis papás se separaron. Esto hizo que tuviera una crisis: subí 15 kilos y perdí materias en la universidad. La Verónica que todos conocían había desaparecido. Tenía tal ansiedad por no saber qué iba a ser de mí que intenté fumar. Al mismo tiempo que sufría por la ruptura de mi familia, sufría por mi imagen. 

Entonces me dije a mi misma: no puedo darme por vencida. Tengo que reconstruirme, física y mentalmente. Cueste lo que cueste. Y lo logré. Duré casi 3 años luchando por volver a ser físicamente la Verónica de antes. Esto lo logré a través de deportes de contacto, deportes donde la exigencia es tan alta que no dejan espacio a la indisciplina y la vagabundería. Deportes que se caracterizan por la entrega y el corazón de quienes los practican. 

Primero fue Rugby a los 20 años, después Muay Thai a los 22. MMA a los 26. ¿Por qué hacer algo tan exigente y peligroso? ¿Por qué dedicar horas de horas a esto? Porque mientras yo creía que lo hacía para bajar de peso, encontré mi religión, mi equilibrio. Las artes marciales.

Convertirme en peleadora me ayuda día a día a forjar mi carácter, al mismo tiempo a controlarlo. Me ayuda a saber que todos los días debo aprender cosas nuevas. Me hace humilde, porque sé que no estoy ni cerca de ser la peleadora que anhelo ser. Pero lo más importante: me mantiene en una constante evolución. No me puedo devolver. En mi mente solo existe la mejora: física, mental y espiritual. Debo trabajar duro cada día para vencer mis debilidades y convertirlas en fortalezas. 

Las artes marciales son el mejor maestro que la vida me ha dado, y fue gracias a la crisis que las conocí. Mi disciplina es tal como la de un soldado. No importan los retos que tenga en el camino, debo vencerlos y obtener el resultado en la pelea. 

 

*Farmacéutica y luchadora de Artes Marciales.

 

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Martes 18 Abril, 2017

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