Lluvia de candidatos, lluvia de promesas
Banderas, anuncios y promesas. La campaña electoral irrumpe cada vez con más políticos que intentan convencer que son la mejor opción para dar el golpe de timón y el cambio de rumbo que Costa Rica espera.
Pero entre sus eslóganes, en los que prometen que darán mejores carreteras, empleos o desentrabarán el país -esto en el mejor de los casos, que ofrezcan algo concreto y no solo discursos floridos-, la desconfianza rápidamente salta ante un electorado que se siente traicionado, continúa descontento y no quiere comer cuento.
Los investigadores del Vigésimo Segundo Informe Estado de la Nación demostraron que “en la actualidad las personas están claramente insatisfechas con el rumbo país, las oportunidades para conseguir un buen empleo y la situación general comparada con la época de sus padres. En estos temas el puntaje promedio de insatisfacción es superior a 7,5 en una escala de 0 a 10, en la que 0 es “nada descontento” y 10 “muy descontento”.
Y ¿cómo no estarlo? El promedio del 20% de los hogares se mantiene estancado en una condición de pobreza, de los cuales 104.712 familias viven en condiciones extremas; la generación de puestos de trabajo es insuficiente, con una tasa de desempleo que ronda el 8,5%.
¡Claro que hay malestar! Lo hay por la situación económica porque en dos platos no alcanza la plata, por la representación de diputados y partidos políticos, por la gestión del gobierno y por la condición de las carreteras, entre otros múltiples factores, según lo revela el mismo informe.
Si usted está en la numerosa lista de postulantes a la presidencia de la República, pretende ser diputado o aspira a otro puesto de gobierno, céntrese en hacer un esfuerzo mayor por diseñar estrategias que permitan generar cambios sustantivos, que le recuerden al tico por qué vale la pena elegir a sus gobernantes, quienes además deben ser coherentes entre lo que dicen y lo que hacen.
El pueblo se siente olvidado. Es común consultar a ciudadanos que recuerdan que el candidato presidencial tocó a la puerta de su casa, hasta se tomó un café en campaña, y una vez que es presidente no se supo más de aquellas promesas.
Existe una diferencia muy grande entre ser postulante presidencial y tomar las riendas del país, pero no es justificación para prácticamente engañar con propuestas que, a sabiendas del equipo de campaña, es imposible desarrollar.
El país necesita decisiones y acciones. Se requiere modernizar la educación pública, dar un giro al sistema de desarrollo de infraestructura vial, reducir la tramitología, potenciar la competitividad, generar empleo, facilitar el acceso a vivienda y entrarle de frente a la inseguridad ciudadanía, entre otros. Eso usted y la mayoría de la población lo saben porque estudios así lo demuestran, lo que falta es ejecutar.
No se trata de que con el voto de cada ciudadano le cumplan su sueño de niñez de ocupar la silla presidencial o un puesto en el Congreso. Se trata de que tendrá en sus manos el presente y el futuro de las familias costarricenses, que conocen el potencial del país y necesitan un buen liderazgo.
El tiempo es el recurso más valioso. Cuatro años de gestión, aunque suenen a poco para la continuidad de proyectos, correctamente administrados pueden potenciar el rumbo que nuestro país merece.
Aunque el descontento y la molestia reinan entre los ticos, la democracia aún no está en riesgo, pero si no se toman acciones el panorama podría cambiar, reconocen los expertos. No juegue con eso, si usted es postulante, represente a Costa Rica con transparencia, tal como la legislación lo demanda.
