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Opinión

Conclusiones inexactas y agraviantes

Fernando Cruz Castro*

En un artículo de opinión que suscribe el periodista Luis Fernando Salazar R. el lunes siete de noviembre, titulado: “Las pensiones y los señores magistrados”, hace afirmaciones inexactas y agraviantes sobre mi intervención en una sesión de Corte Plena en diciembre del 2014.

Con base en una aseveración que hice, sin ubicarla en su contexto, infiere una serie de conclusiones inexactas y agraviantes. No pretendí descalificar la opinión ciudadana sobre el tema de las pensiones millonarias, pero sí es una realidad que la jubilación con un monto elevado, convierte al pensionado en un ciudadano carente de dignidad. En el acta de corte de diciembre del 2014, que presumo habrá leído, verá que solo menciono esta transformación que sufre el funcionario que se jubila con una pensión elevada, convirtiéndose en un ciudadano indigno.

Hago mención de un fenómeno de opinión pública, pero desconozco cómo deduce usted que con esa apreciación pretendo defender un régimen de pensiones privilegiado; asumo, como una realidad, que un jubilado con una pensión elevada, se convierte, de la noche a la mañana, en un miembro de una repudiable clase ociosa. Solo mencioné una realidad sociológica. 

Tampoco comprendo el motivo por el que unas declaraciones que hice hace dos años, en las que no expresé ni la defensa o la crítica del régimen de pensiones, le permitan a usted sugerir que con esa apreciación, defendía mi billetera o mis intereses. 

Desconozco la motivación que tiene para afirmar que yo soy de izquierda, creía que esos puntos cardinales de la política, estaban superados. Yo no soy ni de izquierda ni de derecha, me debo a lo que establece la constitución, nada más. Con el ideario de la constitución, sería suficiente, no hace falta nada más. Yo no sé si usted es de izquierda o de derecha, no necesito etiquetarlo, me atengo a lo que escribe. 

No comprendo sus intenciones cuando liga mis motivaciones a mi billetera, porque no estoy defendiendo mi pitanza, porque no me he pronunciado sobre el monto de mi jubilación. Ni de izquierda, ni de derecha, ni tampoco al servicio de mis intereses, como usted aviesamente lo sugiere. Qué fácil es descalificar, etiquetar. Esperaba de usted no una descalificación a la persona, sino una argumentación que trascendiera mi peculio. Hubiera sido más edificante que usted señalara de qué manera yo me he puesto al servicio de mi billetera, etiquetándome como de izquierda, sin más argumento que su propia afirmación o sus prejuicios. No era necesaria tanta descalificación. 

No puedo ignorar que, a los ojos de la mayoría del pueblo costarricense, el régimen de jubilaciones del poder judicial, contiene privilegios y debilidades que requieren ajustes y reformas. No pretendo defender ningún privilegio. Se requiere una reforma que responda a criterios razonables y técnicos, sin ignorar, además, que pueden existir eventuales problemas de aplicación de la ley en el tiempo que incidan en derechos adquiridos o situaciones jurídicas consolidadas.

No me opongo a la reforma del régimen de jubilaciones del poder judicial. Defender lo que a uno le beneficia, son arenas movedizas, especialmente para un magistrado constitucional. Las afirmaciones tendenciosas, basadas en prejuicios y presunciones, no le hacen ningún favor al diálogo ciudadano. No estoy sometido a ideologías del norte, del sur, de izquierda o de derecha, solo a mi conciencia y a los valores que contiene la constitución.

Nunca he tenido particular interés en la jubilación, no ingresé a trabajar como servidor judicial hace cuarenta y cuatro años, soñando con la jubilación. Tengo la pensión declarada desde el 2005, pero no pienso salir corriendo por las reformas que le hagan al régimen. 

Mi independencia como juez es mucho más importante que mi jubilación, por eso no me aferro a ninguno de mis beneficios personales, que se hagan las reformas que correspondan, ninguna de las modificaciones me quitará el sueño, ni me angustiará, es más importante ser un juez independiente que estar jubilado. Ni los privilegios, ni los comentarios infundados, me hacen perder mi compromiso esencial: ser un juez independiente, no ceder a temores o las ambiciones en defensa de mi billetera. No era necesaria una descalificación tan ligera, tan mal intencionada. A propósito de Cervantes, que usted menciona en su artículo, en el Quijote encuentro un sabio consejo sobre los juicios sin sustento: “Es tan ligera la lengua como el pensamiento, que si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua…”, esta reflexión afloró al leer los conceptos y actitudes que usted me atribuye. Su insinuación vestida con el ropaje de Cervantes, es un giro perverso para ocultar un insulto que no me alcanza.

 

*Magistrado

 

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Viernes 25 Noviembre, 2016

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