Hay épocas de nuestra vida que se marcan por una sensación de felicidad, de éxito. Casi como si cualquier otra experiencia se comparara con eso vivido, para entrar en un rango particular.
La dificultad es que el pasado, se queda como pasado y difícilmente será posible revivirlo en la misma magnitud en que se dio. Esto en tanto la repetición no existe, pues es imposible que estén las mismas circunstancias y que incluso nosotros seamos los mismos que fuimos. Día con día cambiamos y cambia nuestro entorno.
Es importante que tengamos a nuestro haber recuerdos que nos parezcan buenos, genial tener una historia que contar que esté cargada de bienestar y tranquilidad. Sin embargo se vuelve inadecuado comparar todo con lo que vivimos antes. Un ejemplo típico es cuando se ha tenido un trabajo muy bueno y por dadas circunstancias queda atrás, puede ser que caigamos en entrar continuamente en conflicto con las nuevas oportunidades que tenemos pues nada se parece a lo vivido.
Hay personas que viven esto respecto a sus relaciones de pareja, y no logran establecer una buena y nueva relación pues nadie se parece a la compañera o compañero añorado.
Por otro lado, existen los recuerdos dolorosos. Aquellos que marcan nuestros temores y que se vuelven una constante que funciona como señal de alerta ante cualquier elemento que podamos asociar a lo que lastimosamente vivimos.
Se teme tanto a que se den circunstancias que nos dañaron, que se tiende al asilamiento, a negarse el chance de un nuevo intento, pues se generaliza que lo que siempre se podrá presentar tiene que ver con lo que tememos.
Como podemos ver, no funciona bien vivir de recuerdos, ni buenos ni malos. Funciona aceptar dichas experiencias como parte de nuestra existencia, en la medida en que encontremos apertura para hacer nuevos intentos que nos podrían sorprender en el tanto nos den cuenta de que la repetición no existe.
PERIODISTA: Dra. Marielos Hernández N.
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Lunes 03 Octubre, 2016
HORA: 12:00 AM
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