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Opinión

Ni xenofobia, ni irrespeto

Editorial

No se trata de un tema de xenofobia, tampoco es discriminación ni desprecio, mucho menos irrespeto, pero ordenar a las escuelas públicas entonar el himno de Nicaragua como parte de las actividades patrias alusivas a la Independencia es verdaderamente ilógico.

La ministra de Educación, Sonia Marta Mora, aseguró que la orden no fue suya, pero confirmó que sí fue emitida por la Dirección Regional de San José del Ministerio de Educación (MEP).

En ella se indica que el 30 de setiembre deberán los alumnos de los centros educativos del sector oeste de la capital no solo entonar ese himno sino también desarrollar actividades relacionadas con el vecino país del norte, debido a que este es el último día de la semana cívica.

Sin embargo existe una resolución de la Sala Constitucional de 2003 donde se estipula que ninguna persona está obligada a cantar el himno, ahora con mucha más razón la directriz es desatinada cuando se trata de asuntos extranjeros.

Con el respeto que merecen la jerarca de Educación, el director que firmó la orden y de igual forma los ciudadanos nicaragüenses que viven en Costa Rica, esa gestión oficial es desproporcionada, desmedida e irrespetuosa para los costarricenses porque en otros países no se canta nuestro himno, a menos que sea alguna actividad oficial donde haya una delegación que lo represente.

En este país debemos entonar el Himno nacional y nadie está forzado a cantar otro, como al parecer así lo intenta tal norma dictada por el MEP. No es de esa forma que desde las aulas se debe enseñar a los alumnos sobre la interculturalidad, por el contrario, llevan estas propuestas injustificadas a incentivar el descontento y las diferencias. No se quiere bajo ninguna circunstancia propiciar espacios para el insulto.

Los propios nicaragüenses han dejado ver su malestar en redes sociales y en otros medios de comunicación alegan que muchos no enviarán a sus hijos si tales situaciones se mantienen, pues consideran que los costarricenses no deben ser obligados a entonar un himno que no es el de su país. Decisiones como esas se respetan, pero tampoco es para generar separaciones ni odios, ambos pueblos más que nunca deben unirse para construir buenas relaciones, progreso y valores como la tolerancia. 

Otro punto importante que comentan los nicaragüenses y reviste de certeza el asunto es que la mayoría de los niños que estudian en las casas de enseñanza a lo largo y ancho del territorio nacional, pese a tener raíces en Nicaragua, nacieron en Tiquicia, por lo cual son costarricenses.

Es poco entendible que la directriz, si pretendía exaltar los valores nicaragüenses en centros donde hay una gran cantidad de estudiantes de esa nacionalidad, dejara por fuera a las comunidades de zonas limítrofes como Los Chiles, Upala y Guatuso, entonces podría pensarse que la gestión del MEP es discriminatoria.

Costa Rica es una nación amigable, catalogada por ciudadanos de otras latitudes como solidaria, responsable, respetuosa, pero eso no quiere decir que nuestra cultura y nuestras tradiciones pueden ser desplazadas.

Si el Ministerio de Educación quiere que los niños de las escuelas y colegios conozcan sobre la realidad de los hermanos centroamericanos y exploren en sus tradiciones también, puede buscar mil y una formas de lograrlo sin necesidad de atropellar nuestros valores, como lo ha sentido el pueblo.

Tampoco pueden venir ahora del MEP a decir que quienes se oponen son xenófobos e irrespetuosos, no. Eso sería generalizar sentimientos de unos pocos, pues en Costa Rica se les quiere y aprecia a los vecinos del norte.

Si el Ministerio quiere puede en la malla curricular incluir una semana centroamericana e invitar a las embajadas, representantes de organizaciones civiles y hasta a las familias extranjeras a una feria cultural donde se degusten comidas, se comparta música y bailes de todos los países que la conforman, a saber Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras y Costa Rica. 

Es en esos espacios libres de prejuicios e imposiciones donde se disfruta la multiculturalidad, no debe ser un asunto forzado, jamás debe ser impuesto. 

Además pueden en el abordaje de las lecciones motivar a los alumnos a exponer sobre los cincos miembros de la región y los aspectos sociales, culturales y económicos, no solo de aquellos años que precedieron y sucedieron a la Independencia sino que la actualidad es rica en acontecimientos que vale la pena enseñar. 

Ojalá no pase a más el tema y no se preste para el deterioro de las relaciones que históricamente han mantenido ambos países, ni otros del área, y que sea el punto de arranque de una propuesta educativa pública y privada para que los estudiantes disfruten de un tiempo para conocer otras culturas y realidades, bien podría hacerse en el marco del 12 de octubre. Por eso la idea de quitarlo podría modificarse y más bien potenciarse.

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Sábado 24 Septiembre, 2016

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