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Opinión

Agua, agua, agua: ¡A este país le sobra agua!

Orlando Morales

Cualquier mapa pluviométrico demuestra que este es un país tropical con alta pluviosidad. En los lugares más secos llueve al menos 1.000 mm de agua, lo cual significa 1 metro en toda su superficie. En el Valle Central cifras entre 2.000 y 3.000 mm anuales son corrientes, y en las áreas montañosas de las grandes cordilleras la cifra es superior a los 5.000 mm; esto sin contar “cielo roto”, áreas con lluvias frecuentes y de gran intensidad.

De tal manera que el país tiene más bien exceso de agua, pero hay dos ligeros problemas en cuanto al agua que nos cae del cielo: a) tenemos dos estaciones bien marcadas, la época lluviosa y la época seca y b) hay lugares de menor pluviosidad. Ahora esto no es nada extraño, pues así ha sido toda la vida: en el invierno tico hay cada baldazo que da miedo y en el verano hay una relativa sequía. No en balde existe una área geográfica que se denomina, desde hace mucho tiempo, Pacífico seco y tal parece que sería difícil transformarla en el Pacífico húmedo.

Para ponerlo gráficamente, si toda el agua llovida la transformáramos en una gran piscina que cubriera los 51.000 km2 del territorio nacional sería nuestro territorio una gran piscina olímpica, en quien menos con el agua al cuello y al que más con varios metros de profundidad, casi que para ahogarnos todos. Pero también hacemos uso del agua en forma irresponsable para lavar carros, regar el jardín, “barrer la acera a punta del chorro de agua” y uso doméstico sin ahorro.

Cuando en el seco verano hay quejas porque a consecuencia de la sequía están muriendo animales, al otro lado de la cordillera los ríos están llenos y el pasto verde es abundante. Pero a nadie se le ocurre trasvasar agua, que pueda que sea caro, pero lo cierto es que existen el recurso hídrico y los medios tecnológicos para lograrlo. En tiempos bíblicos se construyó el túnel de Ezequiel para llevar agua por un acueducto subterráneo desde fuentes lejanas hasta Jerusalén.

Las otras alternativas consisten en desplazar los animales a otras áreas de pastoreo o en el suministro de pasto fresco desde las regiones húmedas. ¿Y por qué no fincas compartidas, en las que todos ganen? Tal parece que ante un problema con soluciones no ha habido mayor interés en resolverlo y sin embargo se vive hablando del pensamiento innovador.

Otro problema de origen poblacional son las inundaciones periódicas en áreas urbanas, que a veces forman verdaderos ríos por media calle. Hemos pavimentado y cementado el Valle Central, y con los grandes aguaceros el agua discurre bajo la forma de grandes escorrentías con un doble problema: reduce el área de recarga efectiva de acuíferos y el agua que no permea causa inundaciones.

En cuanto al agua de cañería, que es un valioso y caro artículo de primerísima calidad por su grado de pureza, se utiliza sin mayor cuidado en cuanto a evitar su derroche. En pleno verano y sequía en Playa Hermosa, “una mariposa” de jardín trabajaba día y noche convirtiendo el jardín en un humedal costero, una señora con cara de inocente lavaba su carro en barrio El Carmen de Puntarenas y en playas de El Coco los bañistas utilizaban como juguete el agua de un tubo comunal.

En otras palabras, a muy pocos les interesa evitar el desperdicio de agua. Pero en todo caso es un sinsentido utilizar agua potable para otros menesteres que no sean relacionados con la preparación de alimentos o como bebida. ¿Se habrá pensado en una cañería guápil, una con agua limpia para uso general y otra con agua potable para consumo humano? Recuerdo que una norteamericana de origen alemán en San Francisco, California, me mostró cómo lavar la loza: primero se limpian los platos con las servilletas de mesa utilizadas, en el siguiente paso se llena la pila de la cocina con agua y se sumergen los platos, y luego uno a uno se van restregando y se sumergen en el agua, y el paso final es el enjuague con agua del tubo. Así el uso de agua es mínimo, en vez de hacerlo durante todo el lavado con el tubo abierto.

En Isfahan, ciudad en el área desértica de Irán, el lavado de los carros está prohibido porque hay poca agua y tienen prioridad otros menesteres relacionados con el aseo personal y la cocina. En Israel la irrigación gota a gota de los jardines y en los sembradíos el control electrónico de la desecación calcula la cantidad apropiada de agua que debe suministrarse.

Sin embargo estamos muy lejos de imitar esas buenas prácticas de economía del agua, y mientras le echemos la culpa a El Niño o La Niña, o al calentamiento global y al efecto invernadero, estaremos obviando resolver la aparente falta de agua.

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Viernes 24 Junio, 2016

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