¿Costa Rica competitiva?
Editorial
Costa Rica es un país con grandes oportunidades comerciales. Su ubicación geográfica, su estabilidad política y el potencial de su mano de obra han hecho de esta pequeña nación un punto importante para la atracción de inversión extranjera.
Pero desde hace un par de años parece que caímos en arenas movedizas y no es un espejismo, los datos lo demuestran. Las empresas no están haciendo grandes inversiones, por el contrario, muchas han cerrado sus operaciones y han dejado a muchos sin empleo.
Muestra de ello son las inmensas filas que se forman en las ferias de empleo, pero solo un 2% logra ubicarse y solucionar su problema.
Además el desempleo es, según encuestas de la Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional y casas encuestadoras, lo que más preocupa a los ciudadanos.
Los empresarios no están muy jijí que digamos, pues desde el tema tributario hasta la factura eléctrica les generan incertidumbre e inestabilidad en algunos casos.
A esto debemos sumar el tema de la seguridad ciudadana. Hoy la cifras de criminalidad van en aumento, los homicidios por narcotráfico superaron el año anterior los 200 y ni que decir de los decomisos de drogas por tierra, mar y aire.
La situación se torna difícil para un país que está deseoso de surgir.
La competitividad de una nación se relaciona también con otros aspectos importantes, los cuales al parecer los gobiernos han ido perdiendo de vista, dando espacio a que otras regiones vayan aventajándonos.
No es casualidad que países como El Salvador y Panamá hayan captado parte de esa inversión. Incluso todavía suenan fuertemente rumores de que empresas con sello tico vayan emigrando hacia lugares con mejores y mayores oportunidades.
A pesar de las virtudes que tiene la Suiza centroamericana, la desventaja de la tediosa tramitología, el alto precio de los servicios y la mala infraestructura son algunos de los factores que hacen que los inversionistas lo piensen mucho antes de decidirse por Costa Rica.
Tampoco se les puede culpar porque existen grupos sociales que creen que la protección irrestricta de la naturaleza les va a dar mayores oportunidades a sus hijos que el tener empleos de calidad.
También hay quienes aseguran que de las aulas lo que sale es mano de obra barata, hecha a la medida de las necesidades de las grandes transnacionales, sin entender que aunque puede ser cierto que muchos de los graduados terminarán siendo asalariados, eso no quiere decir que no tengan el potencial para desarrollar sus propios negocios de la mano de la empresa donde dieron sus primeros pasos como profesionales.
¿Es que acaso creen que se nace aprendido y lo que se da en las aulas es suficiente para salir adelante con un negocio exitoso?
Ser competitivo tanto como nación o como profesionales requiere mucho trabajo y dedicación. Es necesario identificar cuáles son los sacrificios que puedo hacer para alcanzar ciertas metas, ya que a pesar de que las oportunidades pueden estar a la vuelta de la esquina, es necesario trabajar para alcanzarlas.
Es hora de hacer un alto, comenzar a pensar en grande y a luchar para materializar esos sueños. Si deseamos ser una nación en donde todos quieran invertir, primero debemos crear los espacios para que esto se pueda dar, ofreciendo mejores oportunidades a quienes deseen traer su dinero aquí.
Debemos estar preparados para afrontar los cambios de las nuevas generaciones de empresas, no dejarnos amedrentar cuando nos golpean la mesa, pero poner atención a lo que están haciendo otras nacionales que por lo general son las que nos “roban” esas oportunidades de negocios.
Ser competitivo es ofrecer lo que el cliente necesita, en el menor tiempo posible y a los costos más bajos, sin que por ello se ponga en riesgo la estabilidad social del país. Si por ejemplo no queremos reducir costos en cargas sociales, busquemos el mecanismo para bajar los servicios. Permitamos que las empresas produzcan su propia energía y de esa manera no ahogaremos a la gallina de los huevos de oro.
Revisemos hacia dónde queremos ir como nación y qué tipos de negocios anhelamos atraer para que en función de esto podamos comenzar a forjar la mano de obra que se necesitará.
El reto está sobre la mesa. Es hora de comenzar a jugar con la nueva baraja que nos presenta la actualidad. El tiempo es ahora, mañana podría ser demasiado tarde.
