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Opinión

Contradicciones

Fernando Berrocal

Hace unos días estábamos felices, porque el presidente Luis Guillermo Solís había manifestado, categóricamente, que “Costa Rica ingresaría a la OCDE en el 2018, durante su mandato”. 

Eso, ni más ni menos, significaba que su Administración, por fin y después de 20 meses, había tomado una opción programática de fondo, asumiendo la decisión correcta de enrumbar el país hacia el primer mundo desarrollado, como debe ser, dejando atrás un modelo económico que necesita reformas y que cumplió bien con su cometido, en la segunda mitad del siglo XX, al poner a Costa Rica en la primera línea del desarrollo en América Latina, pero que resulta insuficiente frente a las realidades de la globalización y la necesidad de insertarnos inteligentemente en la economía internacional del siglo XXI. 

En ese contexto, el propio Secretario General de la OCDE le dejó por escrito al país, al sector público y al sector privado, un conjunto de iniciales 10 recomendaciones ineludibles para avanzar en esa dirección del desarrollo.

Ahora, el presidente Solís en nuevas declaraciones dice que la “reforma del Estado es esencial, pero que no se hará en mi gobierno”. Una contradicción de conceptos que niega, en los hechos reales, la posibilidad de ingresar antes del 2018 a la OCDE. 

Entendámonos: No nos será posible, como país, alcanzar los estándares de calidad, eficiencia y modernidad que nos exige la OCDE para aceptar como miembro pleno a Costa Rica, antes de remover la maraña burocrática de ineficiencia estructural y de legalismos innecesarios, en que se ha convertido el Estado Costarricense, ni antes de que los empresarios privados mejoren sus índices de competitividad, en un proceso que va más allá de aprobar, en la Asamblea Legislativa, nuevos ingresos fiscales y reducir del gasto excesivo del Estado. Lo uno es condición de lo otro. El enfoque debe ser firme, gradual e integral. O no lo lograremos.

De nuevo estamos como al principio. Un día se dice una cosa y al otro día se dice todo lo contrario. Un día, al menos en las palabras, nos enrumbamos hacia el desarrollo integral, para al día siguiente volver a declararnos un país del tercer mundo. Si Casa Presidencial habla con los empresarios, el gobierno es pro empresa privada. Si lo hace con los sindicalistas, se le remueven las fibras populistas. No logran equilibrarse y generar una política pública propia, coherente y de cambio. Tampoco tiran puentes ni generan áreas de consenso y acuerdos con la oposición en la Asamblea Legislativa. 

La OCDE es el club de los 34 países más desarrollados del planeta. Es caro por la cuota de participación y por los requisitos y estándares que Costa Rica tendría que alcanzar antes de ingresar y para mantenerse en su membresía.

Digámoslo claro: Si esta Administración se propone que Costa Rica ingrese a la OCDE antes del 2018, tenemos que avanzar por la vía de un proceso gradual e integral, aunque difícil y complejo políticamente, de Reforma del Estado. Se necesita mucho liderazgo, ideas claras y capacidad de negociación. 

Preguntamos: ¿En qué quedamos? ¿Vamos o no vamos para la OCDE?

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Jueves 03 Marzo, 2016

HORA: 12:00 AM

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