Votantes y partidos en remojo
Editorial
Satisfechos pero con reservas, así debemos estar los costarricenses tras conocer los resultados de las recientes elecciones municipales 2016-2020. Ya están los nombres y apellidos de los integrantes de los grupos de trabajo locales que por cuatro años están llamados a generar progreso.
Hay que reconocer que ejerciendo el voto secreto hacemos valer la democracia y el Estado de derecho, aunque una buena parte del país siga creyendo que quedarse en casa sin votar es castigar a los políticos, cuando la realidad es que todos vamos en el mismo barco.
El porcentaje del abstencionismo bajó considerablemente y eso es mucho decir luego que las proyecciones generales indicaban que podría mantenerse en más del 70%; pero no fue así, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) estima al corte de este lunes por la noche en un 64,8%.
Las cifras lo demuestran: para 2002 el abstencionismo fue del 77,2%, para 2006 se reportó un 76,2% y cuatro años más tarde en 2010 un 72,1%; es decir, con el paso de los años esa apatía ha venido disminuyendo.
En el comparativo de las cuatro elecciones anteriores podemos ver que más gente se unió al proceso, ejerció su derecho y determinó quiénes van a llevar las riendas de los ayuntamientos, los gobiernos de mayor cercanía, y con mucha razón porque por mandato popular deben resolver las necesidades de sus comunidades y rendir cuentas claras.
En palabras más claras, cerca de 35 por cada 100 personas ejercieron su derecho al voto, situación que a todas luces mejoró, pero debe ser repensada por los electores y las agrupaciones políticas.
¿Por qué ambos grupos? La respuesta es sencilla. La falta de compromiso ciudadano y la pésima imagen de los partidos le hacen un daño considerable a Costa Rica, pues todos de alguna forma nos vemos afectados por la apatía y la falta de gestión en la función pública.
Ser un ciudadano de un país libre y soberano, pacífico y respetuoso de derechos como el sufragio es mucho decir, y como tal debe entenderse que se trata también de obligaciones que no pueden dejarse de lado ni en manos de terceros.
La elección de más de 6 mil puestos en las alcaldías no puede ser de pocos, las autoridades locales y los ciudadanos en conjunto están obligados a promover el desarrollo y el progreso, y entender que no es el ayuntamiento la mina de oro que muchos han pretendido a costa de la comunidad.
Los partidos políticos no pueden más que replantearse, reinventarse, urgen sanearse porque entre sus filas siguen personas cuestionadas, con pésimas evaluaciones, que no saben de planificación, gestión y ejecución. De ahí que poco hacen por su paso en los gobiernos locales y más bien comprometen al pueblo.
Si bien el abstencionismo descendió esas cifras de terror, esto no implica que todo marche viento en popa y los votantes están que aplauden con los partidos; por el contrario, es la manera popular de mostrar el descontento, de pedir el cambio, de exigir la transparencia.
La democracia se cumplió y debemos aplaudir, pero cuando un voto marca la diferencia lo certero es mayor presencia en las urnas, más participación.
Hay quienes no entienden o no quieren entender pero el futuro se forja con responsabilidad, cruzar los brazos no es la solución a lo que afronta el país.
Por eso los ciudadanos en pleno, fueran o no a votar, tienen la potestad de pedir cuentas a las autoridades de turno, visitar la municipalidad, conocer a sus trabajadores, porque esa gestión es más que recoger basura y barrer caños, limpiar parques o cobrar patentes.
Los problemas que nos aquejan se resuelven en la municipalidad y así lo dice la ley. Pongamos en jaque a esos nuevos alcaldes, vicealcaldes, regidores y síndicos, concejales de distrito e intendentes con proyectos reales, que beneficien a los habitantes del cantón, no a unos pocos, como ha sido la costumbre en algunos de ellos.
Seamos los fiscalizadores y controladores del quehacer municipal y con la propiedad que nos da la participación exijamos gestión eficaz y eficiente, respeto y compromiso.
A fin de cuentas cada uno de ellos ya pidió y obtuvo su voto, eso se canjea por honestidad, integridad, dignidad y respeto.
